«Has sido lo más tierno que yo he encontrado,
y lo más duro con lo que luché.
Fuiste la altura que me bendijo
y has sido el abismo que me devoró ».
Lou Andreas Salome.
A propuesta de Bruxana, nuestra prolífica y
charmante amiga bloguera, he de desgranar las letras de mi nombre (Luis) y, como es
mi costumbre, hablar de una persona. En esta ocasión y sin voluntad de redundar
ese sujeto soy yo, y conmigo mi relación con el espejo, entendiéndolo como el
reflejo que de mí percibo.
Muchos de mis amigos me llaman Lou, desde que salí al mundo, y también quiero desde aquí, contaros qué dos referentes me hicieron adoptar semejante alias:
Perfect day es la canción
que Sinatra se quedó sin grabar. Es mi canción, de entre tantas mi preferida.
Como en todas las canciones de Lou Reed las cosas no son lo que parecen, y por
debajo de los suntuosos arreglos de cuerda de Ronson, detrás de la aparente
cursilería de una sangría para dos, de la visita al zoo, del cine, del día
perfecto, late algo más, algo que no encaja. Lo advierte con su voz tan
seductora: “Un día tan perfecto/ que me hiciste olvidarme de mí mismo/ me
hiciste creer que era alguien distinto/ alguien bueno”. Por eso cuando llegan
los momentos finales, cuando el piano gotea notas y las ampulosas cuerdas le
dan todo el dramatismo del mundo al asunto, oímos a Lou reiterar
enigmáticamente que “Vas a recoger lo que has sembrado”. Y de alguna manera ya
no estamos tan cómodos, todo parece terriblemente triste, terriblemente hermoso
y terriblemente real. Una maravilla de un disco maravilloso: "Transformer"
que me acompañó desde que comencé a caminar solo. Os lo recomiendo.
Lou
Andreas Salome fue
una mujer extraordinaria, esencialmente feliz y libre, inteligentísima, sin
exagerar, el punto de convergencia de varios de los personajes que configuraron
la espiritualidad de Europa, Nietzsche la solicitó en matrimonio, cautivó a
Rilke de quien fué musa e íntima amiga, y a Ree, fue discípula directa de
Freud, con el que mantuvo una complicada y profunda relación. En el lapso
decisivo que cruza del siglo romántico al siglo veinte fué portón y alimento de
la tan debatida modernidad. Se mantuvo en el platonismo más estricto con sus
amigos, coleccionó jóvenes amantes de impecable belleza y es la artífice de
frases que han marcado mi pensamiento: “Sí, así el amigo ama al amigo, como yo
te amo, vida inexplicable, me hagas reír, me hagas llorar, me des la dicha o el
dolor.” "Todo el amor está abocado a la tragedia. Sólo que el amor feliz
muere de saciedad, y el desgraciado de hambre”. El motor que me ha impelido a
mantener limpios mis espejos, sin lamentaciones, porque tal y como ella
escribió: "Hay algo de razón en la demencia.
Es la duodécima letra del
alfabeto español y novena de sus consonantes, su nombre es ele.
Los labios son
la ventana por donde se me asoman las emociones, que el tiempo y las
decepciones no han podido atemperar, la puerta de todos los laberintos de
mi alma, el serrallo donde la lascivia y la lujuria pierden
su equipaje de barraganas, y cuajadas de lentejuelas, me llevan con el aire de
mi levante a saborear la libertad, la inexcusable aduana donde
debe latir el corazón que me pretenda, donde inicia el viaje el lenguaje ,
donde unas veces me intuyo más lúcido y otras me concreto en un loco,
en tanto en cuanto la locura no es más que la capacidad de exceder lo
presumible y ordinario, donde luchan mis fantasmas que preludian
las lágrimas, el paisaje que se rinde a la luna, donde anida la luz que
procuro, a veces un libro o un legado de lujo. Son,
desde luego, mi primera deuda con el espejo.
Vigésimosegunda
letra del alfabeto español y última de sus vocales.
En ocasiones es muda.
¡Uf! es de todas todas la interjección del hastío, como cuando recuerdo
aquel uniforme que viste todas mis pesadillas, aquel disfraz de guerrero
con el que durante trece meses me obligaron a conjurar la dignidad, a desalojar
de mi esperanza el universo.
¡Uf!
es, sin embargo, también una interjección de alivio, como la que sentí en la universidad al
arrumbar tantos años de desenseñanza y abrazar la utopía con cariño,
se me asoma a la boca, es mi segunda deuda con el espejo, cuando el bien y el
mal y todos sus nombres dejan de tener sentido, y me parece una insensatez
intentar saber de ellos, cuando, sin presumirme mejor ni peor que nadie, el
reflejo que me devuelve es único.
Novena letra del alfabeto
español y tercera de sus vocales.
Iconoclasta porque
rechazo la autoridad de maestros y modelos, y no por indomable, sino por
difícil de someter, enarbolando la ilusión que generan mis sentidos y
procurando que el insomnio que me acompaña desde hace tanto me
permita malabarismos con mis ideas, cabalgar sobre las inmensas alas
de la imaginación, y escapando a la esclavitud de la lógica, escarbando en
mi interior, como un íntimo pacto con mi destino, desalojar
el invierno de mis sienes e intuir con una brizna de ironía,
a la izquierda de la memoria, con la espléndida alegría que tatuó en mi
alma aquel verano de Ibiza, al observar las arrugas, que se definen en mi
frente y en el borde de mi mirada, lo irrelevante que al fín y al
cabo es el precio que me hizo pagar por esta vida inmensa, una vez más, el
espejo.
Vigésima letra del
alfabeto español y décimosexta de sus consonantes.
Saber, la satisfacción de
poder saciar la sed de sensaciones, de conseguir
imprimir en el alma por medio de los sentidos, dejar florecer los sentimientos y
que estallen sin paliativos, saborear el sexo, el silencio,
la soledad, hacerle a cada escalofrío su sitio, permitir que fluya la seducción, ser de
una pieza. Soñar, sí señor, soñar siempre, como un necesario
respiro, mirar de frente al sol, dejar deslizarse a la seda de
la memoria, con impudicia, valientemente, para eso sirve estar vivo,
de otro modo, me lo asegura el espejo, esto no sería más que un suspiro.
Just a perfect day,
Drink Sangria in the park,
And then later, when it gets dark,
We go home.
Just a perfect day,
Feed animals in the zoo
Then later, a movie, too,
And then home.
Drink Sangria in the park,
And then later, when it gets dark,
We go home.
Just a perfect day,
Feed animals in the zoo
Then later, a movie, too,
And then home.
Oh it's such a perfect
day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
Just a perfect day,
Problems all left alone,
Weekenders on our own.
It's such fun.
Just a perfect day,
You made me forget myself.
I thought I was someone else,
Someone good.
Oh it's such a perfect day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
Problems all left alone,
Weekenders on our own.
It's such fun.
Just a perfect day,
You made me forget myself.
I thought I was someone else,
Someone good.
Oh it's such a perfect day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
You're going to reap just
what you sow,
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow...
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow...
Me parece un desnudo desgarrador.
ResponderEliminarMe ha encantado, Luis
Sabía que verías, cómo no
ResponderEliminarCompartimos primera letra, Luis.
ResponderEliminarHacía mucho tiempo que no escuchaba esta canción. Siempre me ha parecido triste. La música y su ritmo son de una cadencia como de blues y, aunque no haga más que repetir que es "a perfect day", sabemos que hay mucha "retranca" en esas palabras. Quizás incluso un puntito de cinismo respecto de la propia existencia.
Me ha gustado conocerte. :)