domingo, 2 de noviembre de 2014

XXXVI - Luis o la deuda del espejo


«Has sido lo más tierno que yo he encontrado,
y lo más duro con lo que luché.
Fuiste la altura que me bendijo
y has sido el abismo que me devoró ».


Lou Andreas Salome.


A propuesta de Bruxana, nuestra prolífica y charmante amiga bloguera, he de desgranar las letras de mi nombre (Luis) y, como es mi costumbre, hablar de una persona. En esta ocasión y sin voluntad de redundar ese sujeto soy yo, y conmigo mi relación con el espejo, entendiéndolo como el reflejo que de mí percibo.


Muchos de mis amigos me llaman Lou, desde que salí al mundo, y también quiero desde aquí, contaros qué dos referentes me hicieron adoptar semejante alias: 

Perfect day es la canción que Sinatra se quedó sin grabar. Es mi canción, de entre tantas mi preferida. Como en todas las canciones de Lou Reed las cosas no son lo que parecen, y por debajo de los suntuosos arreglos de cuerda de Ronson, detrás de la aparente cursilería de una sangría para dos, de la visita al zoo, del cine, del día perfecto, late algo más, algo que no encaja. Lo advierte con su voz tan seductora: “Un día tan perfecto/ que me hiciste olvidarme de mí mismo/ me hiciste creer que era alguien distinto/ alguien bueno”. Por eso cuando llegan los momentos finales, cuando el piano gotea notas y las ampulosas cuerdas le dan todo el dramatismo del mundo al asunto, oímos a Lou reiterar enigmáticamente que “Vas a recoger lo que has sembrado”. Y de alguna manera ya no estamos tan cómodos, todo parece terriblemente triste, terriblemente hermoso y terriblemente real. Una maravilla de un disco maravilloso: "Transformer" que me acompañó desde que comencé a caminar solo. Os lo recomiendo.

Lou Andreas Salome  fue una mujer extraordinaria, esencialmente feliz y libre, inteligentísima, sin exagerar, el punto de convergencia de varios de los personajes que configuraron la espiritualidad de Europa, Nietzsche la solicitó en matrimonio, cautivó a Rilke de quien fué musa e íntima amiga, y a Ree, fue discípula directa de Freud, con el que mantuvo una complicada y profunda relación. En el lapso decisivo que cruza del siglo romántico al siglo veinte fué portón y alimento de la tan debatida modernidad. Se mantuvo en el platonismo más estricto con sus amigos, coleccionó jóvenes amantes de impecable belleza y es la artífice de frases que han marcado mi pensamiento: “Sí, así el amigo ama al amigo, como yo te amo, vida inexplicable, me hagas reír, me hagas llorar, me des la dicha o el dolor.” "Todo el amor está abocado a la tragedia. Sólo que el amor feliz muere de saciedad, y el desgraciado de hambre”. El motor que me ha impelido a mantener limpios mis espejos, sin lamentaciones, porque tal y como ella escribió: "Hay algo de razón en la demencia.



Es la duodécima letra del alfabeto español y novena de sus consonantes, su nombre es ele.

Los labios son la ventana por donde se me asoman las emociones, que el tiempo y las decepciones no han podido atemperar, la puerta de todos los laberintos de mi alma, el serrallo donde la lascivia y la lujuria pierden su equipaje de barraganas, y cuajadas de lentejuelas, me llevan con el aire de mi levante a saborear la libertad, la inexcusable aduana donde debe latir el corazón que me pretenda, donde inicia el viaje el lenguaje , donde unas veces me intuyo más lúcido y otras me concreto en un loco, en tanto en cuanto la locura no es más que la capacidad de exceder lo presumible y ordinario, donde luchan mis fantasmas que preludian las lágrimas, el paisaje que se rinde a la luna, donde anida la luz que procuro, a veces un libro o un legado de lujo. Son, desde luego, mi primera deuda con el espejo.


 Vigésimosegunda letra del alfabeto español y última de sus vocales.

En ocasiones es muda.

¡Uf! es de todas todas la interjección del hastío, como cuando recuerdo aquel uniforme que viste todas mis pesadillas, aquel disfraz de guerrero con el que durante trece meses me obligaron a conjurar la dignidad, a desalojar de mi esperanza el universo.
 ¡Uf! es, sin embargo, también una interjección de alivio, como la que sentí en la universidad al arrumbar tantos años de desenseñanza y abrazar la utopía con cariño, se me asoma a la boca, es mi segunda deuda con el espejo, cuando el bien y el mal y todos sus nombres dejan de tener sentido, y me parece una insensatez intentar saber de ellos, cuando, sin presumirme mejor ni peor que nadie, el reflejo que me devuelve es único.



Novena letra del alfabeto español y tercera de sus vocales.

Iconoclasta porque rechazo la autoridad de maestros y modelos, y no por indomable, sino por difícil de someter, enarbolando la ilusión que generan mis sentidos y procurando que el insomnio que me acompaña desde hace tanto me permita malabarismos con mis ideas, cabalgar sobre las inmensas alas de la imaginación, y escapando a la esclavitud de la lógica, escarbando en mi interior, como un íntimo pacto con mi destino, desalojar el invierno de mis sienes e intuir con una brizna de ironía, a la izquierda de la memoria, con la espléndida alegría que tatuó en mi alma aquel verano de Ibiza, al observar las arrugas, que se definen en mi frente y en el borde de mi mirada, lo irrelevante que al fín y al cabo es el precio que me hizo pagar por esta vida inmensa, una vez más, el espejo.



Vigésima letra del alfabeto español y décimosexta de sus consonantes.

Saber, la satisfacción de poder saciar la sed de sensaciones, de conseguir imprimir en el alma por medio de los sentidos, dejar florecer los sentimientos y que estallen sin paliativos, saborear el sexo, el silencio, la soledad, hacerle a cada escalofrío su sitio, permitir que fluya la seducciónser de una pieza. Soñar, sí señor, soñar siempre, como un necesario respiro, mirar de frente al sol, dejar deslizarse a la seda de la memoria, con impudicia, valientemente, para eso sirve estar vivo, de otro modo, me lo asegura el espejo, esto no sería más que un suspiro.


Just a perfect day,
Drink Sangria in the park,
And then later, when it gets dark,
We go home.
Just a perfect day,
Feed animals in the zoo
Then later, a movie, too,
And then home.
Oh it's such a perfect day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
Just a perfect day,
Problems all left alone,
Weekenders on our own.
It's such fun.
Just a perfect day,
You made me forget myself.
I thought I was someone else,
Someone good.

Oh it's such a perfect day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
You just keep me hanging on.
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow,
You're going to reap just what you sow...



3 comentarios:

  1. Me parece un desnudo desgarrador.

    Me ha encantado, Luis

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  2. Compartimos primera letra, Luis.

    Hacía mucho tiempo que no escuchaba esta canción. Siempre me ha parecido triste. La música y su ritmo son de una cadencia como de blues y, aunque no haga más que repetir que es "a perfect day", sabemos que hay mucha "retranca" en esas palabras. Quizás incluso un puntito de cinismo respecto de la propia existencia.

    Me ha gustado conocerte. :)

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