Material Girl
Some boys kiss me, some boys hug me I think they're
O.K. If they don't give me proper credit I just walk away
They can beg and they can plead but they can't see the
light, that's right 'Cause the boy with the cold hard cash is always Mister
Right, 'cause we are
Living in a material world and I am a material girl
you know that we are living in a material world and I am a material girl
Some boys romance, some
boys slow dance that’s all right with me If they can't raise my interest then I
Have to let them be
Some boys try and some boys lie but I don't let them
play only boys who save their pennies make my rainy day, 'cause they are
Living in a material world and I am a material girl
you know that we are living in a material world and I am a material girl
Living in a material world [material] Living in a
material world Living in a material world [material] Living in a material world
Boys may come and boys may go and that's all right you
see Experience has made me rich and now they're after me, 'cause everybody's
Living in a material world and I am a material girl
you know that we are living in a material world and I am a material girl
A material, a material, a material, a material world
Living in a material world [material] Living in a
material world Living in a material world [material] Living in a material world
Chica Materialista
Algunos chicos me besan,
otros me abrazan Creo que está bien Si no me dan buen rollo Simplemente me
largo
Pueden rogar y pueden
suplicar Pero no pueden ver la luz, eso es Porque el chico con dinero en
metálico Es siempre el marido perfecto, porque
Vivimos en un mundo
material Y soy una chica material Sabes que estamos viviendo en un mundo
material Y soy una chica material
Algunos son sentimentales
y otros bailan despacio Me va bien Si no pueden hacer crecer mi interés,
entonces Les tengo que dejar en paz
Algunos chicos lo intentan
y otros mienten, pero No les dejo jugar Sólo los chicos que se guardan su
dinero Me hacen realmente feliz, porque
Vivimos en un mundo
material Y soy una chica material Sabes que estamos viviendo en un mundo
material Y soy una chica material
Vivimos en un mundo
material [material] Vivimos en un mundo material Vivimos en un mundo material
[material] Vivimos en un mundo material
Los chicos pueden venir y
pueden ir Y está bien, sabes La experiencia me ha hecho rica Y ahora van detrás
de mi, porque todos Vivimos en un mundo material Y soy una chica material
Sabes que estamos viviendo en un mundo material Y soy una chica material
Material, material,
material, un mundo material Vivimos en un mundo material [material] Vivimos en
un mundo material Vivimos en un mundo material [material] Vivimos en un mundo
material.
Sevilla, anfitriona
de postín cuajadita de joyas, la luz regalándose descarada, rebotando desde sus
aceras imposibles, los camareros funambulistas de la impertinencia, la cerveza
bien tirada y Madonna, buena perspectiva.
A veces las cosas ocurren
por sí solas, uno está tan tranquilo en Madrid, diciéndole adiós a las mini
vacaciones, con una pereza larga un poco perruna, miro desde el balcón como Atocha
vomita gente después de la resaca del verano, un enjambre de coches tronando,
el mar, mi mar tan lejos y tan reciente, suena el timbre, mi vecina, la de
arriba, una abogada de mi quinta que también es artista, que vaya disgusto que
tengo, las entradas sacadas desde ni se por si no quedan ,y precisamente el
martes una reunión que llevo esperando un año, ya ves, mira que bonitas, con un
dibujito metálico y todo, porque yo soy muy de Madonna aunque me veas tan
morena, me encanta, tiene el punto putón perfecto pero es una señora, si yo
supiera de alguien que quisiera ir le doy las entradas, que los billetes del
AVE ahora voy y los devuelvo, pero las entradas, oye que lástima, no se puede.
Es como cuando cantas
bingo, no me lo pienso, nena yo te compro los billetes del tren y me quedo las entradas
y me voy a ver a Madonna, que Madrid me supura, ayer cayó una granizada que me
aniquiló las macetas y tanto cadáver me da grima -¿lo dices en serio? - En
serio nena, que me voy a ver a Madonna, y así fue, que ni más a punto, busco un
hotel de los que a mí me gustan al ladito de la casa de Pilatos, le monto a
Carles en el carro y en un pis pas está todo resuelto.
El lunes por la mañana
tempranito al tren, en preferente, que mi vecina es de postín, y ya me pagarás
los billetes, que no tengo prisa, la primera en la frente, buena señal, me toca
el jodido asiento que tiene la mesa fija y no me caben las piernas, el aire
acondicionado un poquito espartano, menos mal que me he puesto una chaquetilla,
de esas de dos rayas en la manga, por aquello de ir metiéndome en el papel, una
película espantosa de una estrella que se cae del cielo y resulta que es una
rubia con un aire a la Igartiburu, la Pfeifer de bruja mala, y que si la
toallita caliente, que si la naranjada de frenadol, que si la bandeja, y un
caramelo más tarde en Santa Justa.
Hay ciudades que la
primera vez impresionan, como Toledo o Santiago, hay otras, como Sevilla en las
que cada vez, al encontrármelas de frente, tengo un instante de perplejidad, se
me antojan inabarcables de tan bonitas, de tan complejas.
El hotel tal y como lo vi
en internet, un patio con solera, bordado de geranios y de claveles, ¿cómo
habrán conseguido evitar el gusanajo ese asqueroso que se los come aquí en
Madrid?, la habitación con un saloncito y todo, y un balcón, lo abro y dos
águilas coronadas de piedra, reventando de luz, me saludan desde la fachada de
enfrente.
Una ducha y a la calle a
hacer equilibrios por esas aceras en las que has de caminar chapí chapó porque
no caben los dos pies de una sentada, los coches y las motos y las furgonetas y
los autobuses como si nada. Voy reconociendo rincones, Boteros, la Plaza de la
Alfalfa, escaparates con alharacas de flamenca y mantones de Manila made in
Taiwan a precio de camiseta, otros de seda bordados a mano con precios
imposibles y días de trabajo, mares de trajes de flamenca fusión con apuntes
orientales y hasta del oeste, batas de cola, abanicos, y cervecita, tinto de
verano y tapas, montañas de tapas, que son como la nouvelle cuisine pero a dos
euros, o a dos cuarenta, las terrazas en esta fecha son habitables, puedes
sentarte tranquilamente sin correr peligro de morir abrasado, una vez apagada
la sed con tres o cuatro tintos de verano de blanca y una vez desterrado el
regusto del maldito calabacín braseado del tren, que me había dejado un rastro
de petróleo molestísimo en la boca, con unas croquetitas de ibérico, un chupito
de ajoblanco y unas cortaditas de mojama ya tomo posesión de la situación más
sosegado, Sierpes, la Catedral, en un rincón de la Judería un guitarrista
magnífico, y la luz blanca blanquísima que lo ilumina todo con una generosidad
muy cercana a la maravilla.
Vamos caminando sin rumbo
fijo entre naranjos, inciensos y mierda de caballo, una combinación perfecta
que me lleva del paraíso al cielo y del cielo al campo.
Sevilla ha decidido no
quedarse obsoleta y de vez en cuando se salpica de edificios del siglo XXII,
por lo menos, unos más afortunados que otros, aquellos más singulares, estos
más cenicientos, pero entre todos consiguen dar el mensaje, esta ciudad
está viva, es mucho más que un museo.
Así a primera vista es
como si Madonna hubiera nacido enfrentito justo de la Encarnación, toda la
ciudad está pendiente, miles de detalles la anuncian y la arropan, y es fácil
distinguir de los turistas a los que han venido al concierto, nunca había visto
a Sevilla tan Chueca, parejas de chicos de la mano, grupitos de rapados
camisetas tres tallas menos, y bermudas grandotas y chanclas, es como si se
hubieran puesto de acuerdo, Carles y yo tenemos un ramalazo de estar
fuera de tiesto con nuestras camisas y nuestros vaqueros.
Un guía de Lora del Río,
habla de unas tapias con un alemán perfecto, una japonesa y dos gitanas se
arrancan por bulerías, mientras dos negrazos descomunales se comen un helado
gigantesco, me río yo de la expo.
Por la noche estamos
agotados y caemos en la cama como dos fardos, las águilas coronadas nos miran
como haciéndose cargo.
El día del concierto,
despejado, unas tostadas con tomate y un buen café, vamos un poco de tiendas,
en todas venden cinturones trenzados, de todos los modelos y con todos los
materiales, trencitas y trenzotas, pero absolutamente todos con el mismo
trabajo, al salir a la calle nos fijamos, los sevillanos se distinguen del
resto, sin lugar a dudas, porque todas sus cinturas se adornan con un cinturón
trenzado, eso nos facilita la cosa, si queremos preguntar basta con fijarse en
esa prenda, si la lleva, a ese, que seguro que sabe por dónde se va a donde
vamos, quedamos con MartaCorcho esa
artista gráfica tan magnifica, no me extraña que su galería se titule "retazos de
glamour" porque ella es glamour en estado puro,
altísima, guapísima, con unos ojos enormes y un encanto que nos cautivan desde
el primer momento, nos llevan a comer a un sitio ideal, carrilleras,
boquerones, salmorejo, una delicia, luego un café en la calle Amor de Dios,
Carles se atreve con una tarta de chocolate, yo hace años que no me permito
esos desafueros, gracias Marta eres un cielo, y después de un ratito de stand
by, al concierto.
La verdad es que a un
servidor las multitudes así tan enormes le sacan un poco de sus casillas, así
que iba un tanto prevenido, dos horas y media antes, un taxi, lo cierto
es que la entrada fue bastante racional, nada de agobios, eso sí, una hora
antes la cerveza se había agotado, tres lederonas al cero con prismáticos de última
generación delante y una chica cantando de telonera, algo me suena, pero soy un
despistado y ni siquiera sé cómo se llama, tampoco se oye muy bien,
dos M enormes de strass flanquean el escenario, la gente va llegando
a oleadas, no se llena del todo pero casi, pensaba que habría menos gente dada
la premura con que los reventas nos abordaron al bajar del taxi, ahora suena un
dj, la gente corea el Sevilla del Bosé, muchos llevan camisetas de Madonna y
hasta pelucas rubias y marabúes, una prueba de luces, y con apenas diez minutos
de demora ella, a lo bestia, en plan dominatrix en un trono, hay que ser muy
rubia y tener mucho coraje para salir entronizada en esta ciudad precisamente,
desde el primer momento el espectáculo perfecto, cronometradísimo, ni un
desliz, cuatro tiempos, cuatro mis en scene, apabulla con un Rolls, salta a la
comba, juega a la niña mala, luego pega un giro y en un montaje de video art
impresionante, a mí es lo que más me gustó, se suceden mensajes de ecumenismo y
pazyamor, casi políticos, desde Obama a Santa Teresa de Calcuta, también los
malos McCain, Bin Laden y el hambre, el ritmo, medidísimo, va in crescendo,
otro twist y de repente una juerga gitana, rumana que no de Triana, con su
violín, su zapateado, su bailaora y un mar de manos, perfecta, redonda,
pregunta un tanto sorprendida si gusta o no gusta, debía ella de pensar, tan
americana, que en Sevilla ese detalle iba a arrasar, pero la verdad es que
íbamos a lo que íbamos, al Islabonita y al LikeaVirgin, de todas formas da lo mismo, la gente entregada, dos cilindros enormes de imágenes vertiginosas se
transforman lo mismo en un castillo de fuegos artificiales que en una bola de
fuego, ella lo borda, se sabe el papel al dedillo, unos momentos más íntimos,
sola con una guitarra y a continuación la apoteosis, la gente delira.
Perfecto, irreprochable,
como no sea por algún playback que creí entreoír, pero la verdad, yo creía que
me iba a desbordar, que me haría exclamar y gritar y me quedé en el aplauso,
una maravilla, una profesional perfecta, atletiquísima, con una melena
sorprendente y unos músculos de kriptonita, pero eché de menos ese puntito
macarra y transgresor que fueron los que la metieron en mi mochila para
siempre, me fui satisfecho, se lo agradezco, pero me conmovió más la fe del público
que su esfuerzo.
Mientras le pedían un bis
y la luna se colaba por el agujero inmenso del techo, previendo la catástrofe
de la salida nos fuimos yendo, mientras soñaba con la cruz ardiendo y los
sirenos de otros tiempos.
Un caos, un absoluto
desastre la salida, cientos de vallas colocadas inútilmente, un servicio de
seguridad sin autoridad y diez taxis, exactamente diez taxis para cincuenta mil
personas, cuando nos quisimos dar cuenta, que aunque estábamos al principio de
la cola, ya se habían ido los diez y no iban a venir más, ya era tarde para la
cola de los autobuses, llegaba hasta Katmandú, así que pertrechados de modelazo
y zapatos de brillabrilla negros, excursión nocturna en hipermanada hasta el
centro, tres cuartitos de hora no nos los quitó nadie, pero vaya, un poco de
humor y un poco de paciencia y, tampoco fue tan grave, pero desde luego si a
las autoridades les interesa promocionar este espacio para incluirlo en el
circuito de macro conciertos deberían resolver este punto.
Sevilla pasada la
medianoche como es natural era una fiesta, la alameda plagaíta de hombros
bronceados y camisetas, llegamos a Ítaca que es la disco petarda mas estupenda,
gran parada de las "más Madonna" y dos streapper, abarrotada,
algunas caras me suenan, incluso he de dar varias veces dos besos, que si como
iba a faltar, que si que divina, que si sí, que si no, las transfor un cuadro, una de
gran tonelaje se hace llamar la Madonna de McDonalds, tiene gracia, se ríe de
sí misma con un desparpajo muy sano, es la que más me divierte, las otras, en
fin me ahorro el comentario porque el esfuerzo me da mucho respeto y mejor no
comentarlo, los streappers, pues eso con buenos cuerpos rasurados y un gran...
talento. Uno va de indio, el del talento más grande, y el otro de piloto de líneas
americanas de Menkes, unos vodkas, unas risas, unas miradas, y con la placidez
y la confianza que nos conceden tantos años, aquí mi costilla y yo nos
concedemos un moscoso, me interno en la jungla de pestañas, me gustaba más la
otra Ítaca, era más cutre pero más canalla, y después de varios intentos que se
difuminan me tropiezo con una mirada picante delante de un rubio de cuerpo
serrano, una cosa rápida y deportiva, pero satisfactoria, un cigarrito y una
copa, - ¿eres de Sevilla? - sí, de aquí al laíto vivo en enfrente de la
Cartuja, - ¿y cómo es que no llevas un cinturón de trenzas? - porque lo lleva
todo el mundo, unas risas, - será por eso que te he visto, - no, te he visto
yo, que ibas mu tieso, - ¿y que has visto tú? pues eso, que no llevas
chanclas, que llevas unas zapatillas negras de lentejuelas, - son de Zara, -
Pues serán de Zara pero las llevas mu bien puestas. Más risas.
Ya cierran y recupero a
Carlos, - te estaba buscando ¿qué tal el rubio? - Anda, que me has visto,
muy bien, un encanto, y tú. - Yo también muy bien y mira, lleva puesto un
cinturón verde y beige, claro, de trenzas. Más risas. Es que le tengo que
querer.
Regresamos a Madrid
felices, este viaje ha sido amable, enriquecedor y sobre todo nos ha
rejuvenecido una barbaridad, mis pies no sé si opinarán lo mismo pero por lo
demás, vaya, que me quiten lo bailao, nunca mejor dicho, además hemos aprendido
la diferencia esencial entre un trono y el tronío, y es que Sevilla es mucho
Sevilla.
- Oye,
que bajes que te dé lo que te debo (le he traído una camiseta de tirantes
preciosa que en purpu color rosa chicle pone Siticky and Sweet) - a
ver... son X de los billetes, Y de las entradas pues serán X+Y- me quedo
perplejo, le pago sin rechistar, pero eso sí la camiseta me la quedo, seguro
que con el cinturón de trenza da mucho juego, y mejor no le cuento a este nada
de momento, que hay que ver, siempre me sale la torta un pan. Va y resulta que
tenía a la material girl arriba y yo sin enterarme, en fin, otra más.
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