La niña avanzaba inocente
por el bosque, su caperucita roja brillaba bajo la luz de la luna llena, tenía
que llevar esa cesta a la casa de su abuelita y se le estaba haciendo tarde.
Aceleró el paso y al amparo de las sombras entró por el zaguán.
La anciana estaba bastante cambiada, llevaba el mismo camisón y el moño de siempre, pero ahora lucía una espesa mata de vello, unos ojos brillantes y afilados colmillos. Después de que Caperucita le interrogase sobre su cambio de look, la anciana saltó de la cama y se lanzó directamente sobre la yugular de su nieta. La chica reaccionó rápido, sacó la pistola que guardaba en la cesta y disparó.
¡¡B
..A
..N
..G!!
..A
..N
..G!!
-Lo siento abuela, pero he
llegado demasiado tarde.
La abuela expiraba en el
suelo con la bala de plata alojada en pecho, poco a poco perdió el pelaje,
fueron desapareciendo las garras y los dientes y recobró su aspecto humano, el
que tenía antes de ser mordida.
A que así tiene mucho más sentido que en el original ¡Y entonces Blanca Nieves tenía narcolepsia! será mi vocación de destroza mitos.
Encontrado navegando una
noche de insomnio.
“Menos Lobos Caperucita”,
reza el dicho. Alude al conocido cuento de Caperucita y el lobo, y se dice
cuando no nos creemos lo que alguien cuenta o la disculpa que nos da; también
se emplea para referirse a una persona que se da más importancia de la que tiene.
Viene a ser la frase, cómo indicar a un personaje (bien sea célebre o no) la
actitud que muestra ante sus acciones, dándose auto bombo y haciéndose de rogar.
Es una cosa rara, o por lo
menos curiosa, que siendo uno como es y teniendo contados amigos que pueda
llamar como tales, lo cierto sea que la mayoría son mujeres, excelsas por otra
parte, y que los menos sean hombres, no menos excelsos; pero se da la
circunstancia de que de entre ellos no hay casi ninguno que tenga la misma
afición al sexo masculino que yo, o sea que mis amigos son por lo general
héteros, pese a la tónica habitual. De entre ellos hubo uno, que ya no lo es,
cuya principal cualidad era, y es, la de ser poseedor de una polla enorme:
Valentín, como habréis supuesto.
Hay que perderle el
respeto a esta palabra, es sonora, poco descriptiva, yo desconozco la raíz,
mucho más plástica es rabo, o verga, o incluso cola que parece un tanto venial;
polla se queda a medio camino entre lo malsonante y lo cotidiano, es una acepción
muy española, en otros países de habla castellana la polla no es más que una
apuesta entre un grupo de amigos o parroquianos, una porra que decimos aquí.
Como se mide:
La manera correcta de
medir una polla en medicina es usando una cinta métrica. Con la polla en
erección se sitúa la cinta por encima de la misma, con el inicio en el punto en
que se inserta en el pubis y se mide hasta la punta. Para medir su grosor se
rodea con la cinta métrica en la zona donde sea más gruesa (nunca alrededor del
glande o cabeza)
Estimación visual a falta
de cinta métrica:
Para estimar visualmente
el tamaño de una polla no hay mejor indicador que la distancia a la que queda
la punta del glande en erección del agujero del ombligo. Todos los hombres
tienen una distancia desde el punto en el que sale de la pelvis hasta el
agujero del ombligo de entre 17,5 y 18 centímetros pudiendo haber una variación
de 1 cm arriba o abajo dependiendo de la altura del individuo. Lo normal es que
no llegue.
Pues así a bote pronto lo
de mi amigo, que lo fue, era un pollón; recuerdo un día en la playa, con la
cosa del sol y el calorcito de Alicante, en que a la criatura se le encabritó
el asunto y francamente, uno que ha visto muchas, he de deciros que aquello
era digno del Guiness, era casi amenazante aquel pedazo de carne
brillante, desafiando al sol y al sunsuncorda. Él, claro está, lo llevaba
muy a gala, se ufanaba en cualquier ocasión de haberse tenido que separar de su
mujer porque ella no era capaz de acoger semejante ariete. - Tengo que poner
una toalla por entre medio para no hacerle daño - decía, ante el alborozo
de la concurrida y por supuesto masculinísima concurrencia, que dicho sea de
paso, le envidiaba sanamente.
Mucho se ha dicho y se ha
escrito sobre el tamaño, sí importa o no importa, a mí la verdad es que es un
tema que me trae bastante sin cuidado, claro, una cosa hermosa y bien
constituida es cuando menos una cualidad más a valorar, pero francamente no me
parece algo decisivo, creo que hay mucho de mito y mucha inseguridad agazapados
tras estas disquisiciones, que todavía se magnifica más en el mundo gay, y es
todo tan relativo... Hay quien asegura que las dimensiones guardan una relación
con el tamaño de las manos o la forma de la nariz, incluso los hay que aseguran
poseer un se xxx to sentido para presumirlas observando las facciones - yo lo
noto en la cara - dicen, no sé, pero un servidor carece de ese don y sin
desmerecerles diría que todo esto no son más que supercherías; después de tentar
y catar varias docenas a lo largo de mis viajes, no he podido establecer
ningún signo externo que sugiera nada de esto y, salvo excepciones, he de
deciros que no he encontrado muchas diferencias; alguna vez tropecé con alguna
un poco más pequeña, incluso recuerdo una realmente infantil, también encontré
algunos ejemplares realmente importantes, como la de Valentín ninguna, a no ser
en algún video porno que con tanto truco y tanto forzar el plano no es muy de
fiar.
Quiso la fortuna que me
diera por montar un restaurante, un sitio la mar de cuco y la mar de moderno,
con una carta atrevida y exquisita, unas camareras guapísimas y tres socios,
los tres chicos, los tres amigos, los tres machísimos, los tres dejaron de
serlo, amigos quiero decir. Son cosas de la vida, con toda la ilusión y
muchísimo esfuerzo logré por fin inaugurar un local en el que, con los otros
tres, era el dueño.
Con lo que a mí me
apetecía un sitio de cebra naranja, lo tenía metido en la cabeza después de
haber visto un anuncio de una colonia de "Beverly Hills", So you,
y como soy tan cabezota no paré hasta conseguirlo. Lo parí enterito, el
concepto, la imágen, mesas tapizadas, sillas de Ikea, y la cebra naranja, lo
que me costó encontrar un sitio donde me hiciesen un plotter como a mí me
parecía, lo conseguí, la inauguración una pasada, music hall incluido,
y encima, mis tres alemanas divinas que vivían en la casa de Atocha me dieron la
sorpresa de venir vestiditas de naranja para servir el lunch de bienvenida, un
regalazo.
Menudo trabajón el
restaurante, porque ale, levántate con las gallinas y vete a la lonja, luego al
mercado, después a cocinar, por la tarde a ponerse divino y no perderse ningún
sarao para ir haciendo agenda, por la noche que si hay que recoger a los
artistas y controlar la cocina, por si fuera poco hay que encontrar tiempo para
los proveedores, para una cuña en la radio, o para las salseritas que faltan
que se nos han pasado, floristería, limpieza..., una barbaridad, que había días
que se me hacían las dos o las tres y a las seis de la mañana ya estaba
peleando por la última caja de gambas de Denia.
Un exitazo, los fines de
semana todo reservado, la Navidad todo completo, y eso que el ayuntamiento
había levantado la calle para instalar la fibra óptica de las narices, con todo
y con eso el asunto iba de viento en popa, los más divertidos venían a cenar
con nosotros, se mezclaba todo el mundo, como a mí me gusta, los modernos con
las rubitas esas de los reflejos tan del PP, las marimilitantes rapadas con sus
calvin asomando y sus mariliendres, con el equipo de water polo o los
amigos de mis padres, y eso que no estábamos muy seguros de como acogería
nuestra ciudad de las palmeras y las paellas a los berberechos con gelatina de
mar y aire de jamón o a la morcilla con pera confitada y pecanas, en realidad
eran mucho más osados para los menesteres del paladar de lo que en un principio
parecía.
Y sin embargo la caja no
era todo lo boyante que debiera, después de pagar y pagar, como se acumulan las
facturas en estos negocios, no nos quedaba casi nada a repartir, tanto esfuerzo
y a la hora de la mandanga era casi estéril, algo no cuadraba. Y la caja era
casi lo único que no estaba a mi cargo.
Una noche agotadora,
inauguración en la feria del calzado, cena de modelistas de Elda, menú largo,
doce platos, parabienes y copas, acabo tardísimo, rendido, cuando llego a casa
lo que faltaba, me he olvidado las llaves, así que vuelta al restorán, abro la
puerta, que raro la alarma está desconectada, bajo al salón y ¡sorpresa! mis
tres socios de party, botella de champán francés y tres rusas tres, de las de
trescientos leuros el polvo, hilé rápido, así ya me va cuadrando la caja, monto
la de diosescristo y los emplazo al día siguiente, vienen dos, el hombre
elefante no viene,. Después de discutir con bastante vehemencia rompemos la
baraja y el restaurante se va por el sumidero de la decepción, todo ese trabajo
y todo ese dineral perdidos, mi confianza maltrecha y tres amigos menos. Al que
menos entiendo es a Valentín que aún hoy es el día que si le llamo no me coge
el teléfono.
Han pasado ya cinco años y
en el último viaje a Alicante me la presentan, es la ex de mi ex amigo y ex
socio, del fenómeno de las tres piernas. Curiosamente lleva un canguro, uno de
esos chubasqueros que se pliegan y se guardan en un bolsillo, de color rojo,
con la capucha puesta. Llueve a cubos como suele llover en mi tierra.
- Así que tú también
sufriste a mi ex.
- Si hija, sí, ya te hacía
yo de otra forma - La verdad es que era divina y protésica de sordos, lleva una
empresa de sonotones alemana y tiene bastante clase y una cultura competente.
-A saber que te habrá
contado - Le cuento lo que de ella decía y de lo que me pasó con él, que es el
único que no da la cara.
- No me extraña, pero
imaginarás que no nos separamos por eso, sino porque como comprobaste por ti
mismo tener tiene un pollón pero no tiene cojones.
Este carnaval nos dio a mi
amiguísima amiga Leva y al que os escribe por vestirnos de caperucita y el
lobo, y será porque será pero desde que me ronda el personaje no dejo de
acordarme de esta historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario