domingo, 2 de noviembre de 2014

XXXIII - Fernando "La Perni" o la sombra de Mr. Ripley


Definición de pernicioso. adj. Muy perjudicial o dañoso.
R.A.E.

Crinipellis perniciosa

Tenía que haberlo sospechado, de alguien al que llaman "la perni" no se puede esperar nada bueno, será por esa afición incomprensible con la que nací que me lleva a desafiar a la mayoría, que le permití acercarse a mi vida, acercarse no es la palabra justa, que luego my sister me dice que soy demasiado bueno, más bien usurpar, esa sería la palabra, si se lo permito casi me deja sin ella.
Ya os he hablado del Buba, ese pub ecuménico que junto con la Pepa osamos poner a funcionar en Alicante, el mismo donde LuisaMari "la fabuladora" estrenaba sus escotes y sus espectaculares cardados del más genuino estilo hairspray, pues bien, llegó un momento en que el montón de gente que se nos acumulaba los sábados, y sobre todo, los viernes, nos obligó a contratar un extra, más que nada porque éramos demasiado divinos como para andar cargando botelleros y fregando vasos a destajo, así que no hubo otra que buscar un personaje para que nos ayudase, lo dicho, corrimos la voz y, hala, se presentó medio Alicante a ver si colaba. Francamente, entre todos ellos había un chicazo que estaba a años luz, la Pepa cayó fulminado por sus encantos, y un servidor, menos apasionado en los tiempos cortos, también observó que la criatura estaba como un queso, así que, sin avasallar, por no espantar la liebre, le pusimos el bar a sus pies, mira que lo que buscábamos era unos brazos ejecutores, pues nada, lo que nos mercamos fue un jarrón de Sevres, el angelito no sabía ni papa del asunto hostelero, tenía una inusitada habilidad para colocar los botellines de manera que en cuanto metíamos la mano se derrumbaban todos, era capaz de poner un bourbon con una rodaja de limón o de echarle hielo a un coñac, en fin, una absoluto desastre cuyo efecto sabía disolver magníficamente con una de sus perfectas sonrisas o con una caída de aquellas impresionantes pestañas, qué ojos tenía, verdes como una joya falsa, de un verde tan espectacular que resultaba casi obsceno, y un culo sin paliativos, duro y apetitoso, que no dudó en un primer momento en poner a disposición de la Pepa, quien, como no podía ser de otra manera cayó rendida ante sus encantos.
Y conforme mi mejor amigo se enredaba en las pestañas de Fernando, yo iba notando, con bastante desconcierto, que se ponía borde conmigo, era la primera vez en muchos años, de hecho era la primera vez, que Jose me lanzaba puyas y me rehuía; al principio fue sólo una impresión, luego una certeza, hasta que llegó un momento en que tuve que enfrentar la situación.
- Oye, mamarracha, ¿a tí que te pasa conmigo?
- ¿A mí? nada
- ¿Como que nada? ¿Y por qué estás tan borde?
- Yo borde, vaya caballa, de borde nada, lo que pasa es que no me quedan bien los cuernos.
- Qué cuernos nene, qué dices
- Que me quieres levantar a la Perni
- ¿Yooo? está de toma pan y moja, pero yo tan tiernos me aburro, ¿qué pasa? que me has visto mirarle el culo, me gusta admirar el paisaje pero nastis, no lo he tocado.
- ¿Ah no? y el otro día no te lo llevaste a casa ¿verdad?
- Yo no, ¿quién coño te ha dicho eso?
- Él
- Mentira, otro que tal baila, esto es una epidemia, con lo de Luisa ya tengo de sobra, pero el niñato también alucina, yo no lo he llevado a casa para nada. Te lo juro. ¡Fernando, ven! ¿Tú le has dicho a Jose que me lo he hecho contigo?
- Era broma, desde luego Pepa, ¿para qué le dices nada?
- ¿Broma? Vaya broma, el mosqueo que tengo y es broma, pues no tiene gracia.


Fue la primera de muchas, me enredó con Luisa, de la que se hizo inseparable, de tal manera que poco a poco, y sin tregua se iba haciendo con mis amigos y enfrentándolos conmigo, era sutil, nada obvio, tejía sus enredos con una endiablada finura, de tal modo, que llegó un momento en que mi círculo empezaba a ser el suyo. Consiguió que mis incondicionales comenzasen a evitarme, quedaban para hacer cosas sin avisarme, hablaban en voz baja para que no les escuchara, y encima me copiaba los modelazos, que yo me compraba una camisa de "le garage", pues él una igual o parecida, que me agenciaba una camiseta de cuero, pues él otra, y lo de ser un referente estético para semejante yogur, que en otras circunstancias me habría halagado, me empezó a molestar una barbaridad. Se presentó en mi agencia y comenzó a trabajar de modelo como yo, aunque como era más joven no coincidíamos en los casting; llegó incluso a compartir piso con Luisa y con Miguel Angel, un guitarrista de clásico que era amigo mío desde hacía años, en resumen, un poco una pesadilla.
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De aquí salió el avatar (specialy for the Queen)
Nunca había estado en su casa, no sé muy bien por qué, quizá porque ya despertaba cierta repugnancia en mí, pero un día en que el perro de Miguel Ángel, un pastor mil-leches simpatiquísimo, se puso muy enfermo le acompañé a dejarlo, Fernando no estaba, nada más entrar flipé, la casa estaba llena de cosas mías, yo hacía en el Buba fiestas los viernes y para ellas preparaba objetos que colocaba en el escaparate, porque el bar había sido una boutique y conservamos el escaparate para hacer instalaciones que dieran, a la vez, rienda suelta a mi pulsión artística y una idea del tema de la semana, así como un poco de publicidad; pues bien, los objetos que yo creía en el almacén, es cierto que había echado en falta algunos, estaban expuestos en su casa.

- ¿Que hace esto aquí?
- Pues el chiquillo dice que como no se los pagas se los trae.
- ¿Que no se los pago? Si son míos.
- Ya, pero los ha hecho él, ¿son bonitos?
- Miguel Ángel, que leche los va a hacer él, los he hecho yo.
- Sí hombre
- Oye, no seas gilipollas, claro que los he hecho yo, esa jaula era de mi casa, y ese escudo africano lo pinté con Javier, y ese mascarón de proa es un maniquí escayolado y pintado.
- Joder tío, pues el Fernando está pirao, se lo enseña a todo el mundo como si fueran obra suya, le falta un agua.

Esto ya comenzó a alarmarme de veras, recordé a Patricia Highsmith y su Tom Ripley, y francamente, me daba bastante yuyu el papel de Philippe Greenleaf, he de reconocer que talento sí tenía la Perni. Así que por la noche se lo dije y le di una semana para dejar el curro, ¿qué has hecho Lou? se me abalanzaron todos con toneladas de comprensión hacia el usurpador, le disculparon de todas las formas posibles y me entre convencieron y obligaron a que, una vez me hubo devuelto las cosas, le mantuviese en su puesto.

Pero la cosa estaba irremediablemente enferma, me desapareció el book, mis fotos de Nacho Criado, de Silvia Poliakoff, de Pérez-Mínguez, que me habían costado muchos sudores y muchas pesetas (si no alguna concesión, digamos, de moral distraída) de repente no estaban, alguien se había llevado del despacho el librote de Bottega Veneto, y me había dejado sin una de mis más preciadas posesiones; naturalmente en el primero que pensé fue en Fernando, pero no saqué nada en claro. Hasta que un día Luisa apareció en mi casa con las maletas.

- Lou, mon amour, discúlpame, soy una boba, me he ido de casa de ese esquizofrénico, ¿me puedo quedar aquí?
- Claro, reina meva, ¿qué ha pasado?
- Mira
Metió la mano en su maleta y vi el álbum de marras de piel marrón y rosa.
- Será hijo de puta, sabía que había sido él
- Está enfermo ese chico, lo que tiene contigo es obsesión.

Y lo peor fue cuando abrí el book, el muy chalado había tachado en casi todas las fotos, sobre todo en las mejores, mis ojos, con un rotulador negro.

Hasta ahí llegó la cosa, esa misma noche lo lancé de mi vida (creía yo) y en esta ocasión mis amigos no se opusieron, a todo el mundo les pareció demasiado.
Él se defendió como gato panza arriba, me contó que estaba enamorado de mí, que no podía soportar mi indiferencia, que nunca nadie se le había resistido y que el que yo lo hiciera le parecía insufrible y me pidió disculpas de mil maneras. Inútil, me mantuve en mis trece y se marchó...

...Pasaron dos o tres semanas, recuperé el control, me acostumbré a la idea de haber perdido mis mejores fotos y decidí que esa sería la última temporada del Buba, necesitaba marcharme de esa ciudad donde proliferaban las personas cancerígenas y retomar mi carrera, reinventarme a la postre.

En la televisión había un programa, La edad de oro, que presentaba Paloma Chamorro, y vino a Alicante a rodar un especial, estaba seguro que vendrían al Buba, pero cuando llegó el día, nadie se había interesado, lo harían todo en "el forat". Me extrañaba, mi bar también era super fashion y mucho menos kitch...pero, qué le vamos a hacer. Vamos el día de la grabación, todo muy alacantí, y al final, en la fiesta que le siguió le comento a la Chamorro que por qué no han venido al Buba y ella me dice que el dueño no estaba interesado, le digo que el dueño está en París, que por supuesto que habría estado interesado y que el director era yo, ella no sale de su asombro y me comenta, lo lamento, pero ese chico del sombrerito rojo nos dijo que era el dueño. El chico del sombrerito rojo era la Perni, como habréis adivinado.


Pasan tres o cuatro años, he ido a Alicante a pasar un week end desde Mallorca, delante de la concatedral de San Nicolás veo a mi amiga Pilar embarazadísima venir hacia mí, la saludo, me mira con cara de horror y le da un desmayo, blanca como la pared, me llevo el susto del siglo.

- Pili, ¿estás bien?
- Ay nene, que impresión, me habían dicho que te habías muerto, ¿cómo puede haber gente tan loca? si me dijo que estuvo en tu entierro y me contó todo con pelos y señales, si hasta lloraba como un descosido....

Ripley, digo la Perni, por supuesto.



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