domingo, 2 de noviembre de 2014

XXXIV - Dave o Make me a dry Martini Ganimedes.




DRY MARTINI


Una copa de cóctel con agua y hielo, para que se enfríe mientras tanto. En un vaso mezclador, coloca cubos de hielo, se merece un poco de esmero, cuidado con el agua, vierte la ginebra y el vermú, un chorrito o unas gotas de vermut seco (Noilly Prat es la mejor elección para mí), Churchill decía que la forma correcta de preparar un dry Martini consistía en servir la ginebra en el hielo y a través del cristal mirar la botella de Martini, lo normal, sin esos excesos tan británicos, es ensuciar el hielo. Una copa de ginebra inglesa seca de tu gusto, Ten de Tanqueray, es mi preferida, hay quienes adoran el azul y prefieren Bombay Saphire, y los que rizan el rizo y optan por Hendrick aromatizada con pétalos de rosa y pepino. Cualquiera de las tres es ideal. Revolver, colar y servir en la copa de cóctel previamente vaciada. Cortar un poco de piel de limón y exprimir sobre la superficie, depositando luego la piel en la copa. Remueve (no agites). Tradicionalmente se adorna con una aceituna, que si no está previamente lavada convertirá el combinado en un “Dirty” Martini, ensuciado por la salmuera.


Un cóctel fuerte, muy oportuno de aperitivo, con el que recibir a los invitados en casa, mi manera de celebraros.
En la vida existen miles de situaciones, y para cada una de ellas, podría decirse, existe también una bebida.

Casi todas las naturalezas artísticas tienen esa innata tendencia malévola que aprueba las injusticias engendradoras de belleza y que rinde homenaje y acatamiento a esas preferencias aristocráticas...
...Pero cuando tenía ocasión de consagrar a la bella figura devoción y estudio, ampliamente y con comodidad, era principalmente por la mañana, en la playa. Y esta complacencia de la fortuna, este favor de las circunstancias, que con uniformidad perenne se le ofrecía diariamente, era todo lo que le llenaba verdaderamente de satisfacción y goce, lo que le hacía tan agradable su vida y lo que determinaba que los días soleados desfilaran sonrientes ante él, sin interrupción.

Thomas Mann - La muerte en Venecia

Janvier - Marcelo Bosch - (Biarritz)

Apareció en mi vida sin presagios celestes, sin violines, nada le anunciaba, y vino así, como por casualidad, y fue él quien vino, yo jamás, a estas alturas, le habría buscado. Vino para quedarse un año, con plazo de vencimiento, pero no me lamento, celebro cada uno de los días que le disfruté, cada una de sus sonrisas, el regalo cotidiano que supuso, durante un año, la posibilidad de contemplarlo, el magnífico obsequio de su recuerdo, la fortuna de poder tenerlo en adelante en mis sueños.

Février - Sergio Parisse - (Stade Français Paris)
Llamaron de la agencia, ese belga tan francés que se encarga desde hace diez años, - si tenéis la habitasion libge tengo un ameguicano - pense que vendría otro Erasmus más, hace diez años que alquilamos dos habitaciones de casa, es tan grande, para aliviar un poco el alquiler tan alto, y el belga los selecciona, ya sabe: nada de intolerancia, no demasiado niños y holandeses no, ya sé que no es racional, pero no sufro a los holandeses.
Perfecto, quedamos por la tarde, vendría con el americano a las cuatro, - Ah, se llama David - (pronúnciese deivi).

Mars - Vincent Clerc - (Toulouse)

Tocan abajo, abro la puerta, echo un vistazo a la habitación a ver si está todo en orden, impecable, les oigo hablar en francés en el ascensor, ¿pero no me había dicho que era americano?, salen, el belga con su aspecto de galgo, delgado y desmadejado, con ese pelo imposible, anacrónicamente afro, tras él, David, así, la primera impresión, es como un mazazo, de tan guapo, alto, tanto como yo, con un cuerpo espléndido, hombros poderosos, brazos dibujados, pectorales marcados, sin excesos, unos impresionantes ojos azules, y una sonrisa que es la madre de todas las sonrisas, una de esas sonrisas que sólo pueden tener los que aún tienen algo de niños, con esos dientes tan americanamente blancos, me da la mano en el punto justo, ni blanda, ni prepotente, mira la habitación, la estudia en un minuto, le da un vistazo rápido al resto y afortunadamente dice.

- Me encanta, c'est parfait, est mienne
- ¿Pero no eras americano?
- Sí, soy de Chicago, pero he vivido en París, hablo francés, y español y un poco de italiano, e inglés claro.
- ¿Cuántos años tienes, criatura?
- diecinueve
Y lo dice así, como si no dijera nada, diecinueve años, más bonito que un san Luis y encima habla cuatro idiomas...
...Suena el teléfono
- Hola mamá, ¿cómo va todo?
- Muy bien hijo, ¿y vosotros? ¿Está ya la habitación alquilada?
- Sí, se la acabo de alquilar a Ganimedes.
- Vaya, me alegro, a Ganimedes, disfruta hijo, pero no bebas.
Avril - Miguel Avramovic - (Montauban)
Cada año por esto mismo, tenemos una media de dos o tres chicos nuevos, o chicas, que si pongo la arroba me sale en azul y subrayado. Tiene esto de ser patrona cosas buenas y malas, como todo, por un lado nos aligeran el alquiler y rejuvenecen la casa, por otro, son desordenados y limitan la intimidad. Los hubo guapos y feos, europeos, americanos, asiáticos, africanos y hasta un australiano, chicos machotes, otros no tanto, chicas más o menos guapas, más o menos sabias, de todo. A la mayoría, del trato, les acabas queriendo un poquito, tan jóvenes y tan divertidos, tan guapos. Pero con el tiempo hemos ido aprendiendo, nada de lanzarse en picado al cariño, que luego acaba el curso y se marchan. Claro, no con todos es igual, a algunos les conservo con especial cariño: Katja, esa alemana tan alta y tan elegante, Ophelie, una auténtica princesa de Versalles, Tone, que nadaba el mar del norte con aquel frío...no sé, han sido tantos, más de veinte, pero entre todos, de una forma muy especial, como aparte, David.

Mai - Guillaume Boussès - (Stade Français Paris)
David era jugador de rugby, y se le notaba, era sorprendentemente niño para ser tan hombre y sorprendentemente sabio para ser tan niño, un contraste excepcional, se emocionaba, sentía, vibraba, se ilusionaba, con la entrega y la facilidad de un niño, podías hacerle feliz simplemente con un trozo de chocolate, te agradecía cualquier detalle con una de sus impresionantes sonrisas, y si se iba un week end, o unos días a esquiar o a la playa, cuando llegaba, con el hola te estampaba un beso franco, como un niño. Sin embargo hablaba cuatro idiomas, tenía una cultura considerable, notable para su edad, un criterio político elaborado y argumentado y sacaba tiempo para entrenar y para divertirse. Un encanto. Hablaba un español fluido y muy peculiar, una ligera cantinela mexicana, las erres francesas, las tés inglesas, los superlativos italianos, un cóctel de acentos que es propio de los marineros que llevan muchos años navegando, y él tenía, diecinueve años.

Juin - Christophe Dominici - (Stade Français Paris)
El domingo por la tarde hace calor, los cristales del mirador del salón dejan pasar el aire como un gigantesco secador de pelo, la televisión no ayuda con tanto tiro y tanto coche corriendo, después de comer, en este temprano verano, solo puedo desmoronarme en el sofá, moverme lo menos posible e intentar controlar el sofoco, las cortinas no se mueven ni una brizna, en el otro sofá, enfrente, de piel de vaca, grandes manchas marrones, un bean de los 50 tapizado, se echa David, lleva unos pantalones de pijama de verano, con rayas azules, pálidas, y blancas, dibujan a alta resolución ese culo rotundo, está descalzo, el pantalón se ata con un cordón blanco, sobre el que asoma un único hilo de vello, liso, dibujado, hasta su ombligo, tiene los ojos cerrados, parece dormido, un cuadrado de sol, como un foco de teatro, enmarca su pecho, sus diminutos pezones color de pecado, unas gotitas brillantes, pequeñísimas, sobre su labio superior, un brazo extendido, la axila, bendito rincón, la mano de estudio, masculina, los dedos largos, cuidados, el brazo de rugby, potente, la curva del hombro de atleta, el otro brazo a lo largo de su cuerpo, la mano delante del sexo, el puño cerrado, la televisión sigue disparando, el calor ahora me parece agradable, tiene un punto como de hammam que no me molesta en absoluto, David, se mueve, levanta una pierna, el pantalón no tiene botones ni cremallera en la bragueta, se abre, completamente, obscena, como uno de esos slips de sex shop, es poético, ese niño hombre, y su sexo tan adulto, envuelto en ese pijama azul clarito de niño, su polla es la de un hombre hecho y derecho, blanca, contundente, con un prepucio largo, hermosa, los testículos retirados, el vello suave, escaso, será por efecto del calor, o porque existe la fortuna, pero puedo ver, sin ninguna duda, como su sexo crece, como una de esas flores que se abren a cámara rápida en los documentales sobre la primavera, se inflama en un tris tras, se yergue, me reconcilio con el mundo, debe notar algo, se lleva la mano, guarda su sexo, cierra con un gesto la bragueta, abre los ojos, me mira, sonríe.

- Uy, me he dormido, ¿Te ha gustado la película?
- Me ha encantado, me ha gustado muchísimo.

Y vuelve a sonreír, no sé si serán cosas mías, pero esta sonrisa parece diferent
e.

Juillet - Arnaud Mignardi & Peïo Som - (Agen)
Tengo que montar una fiesta en una de esas urbanizaciones con casetas de vigilante, y alambradas electrificadas, y hectáreas de terreno con piscinas y jardines y siseñores con patas, la niña celebra su puesta de largo, canapés súper Arzak, barra libre, 5000,00 € de flores, seis personas en la cocina, dos pinchas y los camareros, la niña me ha dicho que sí a todo, pero que quiere camareros guapos, se lo prometo.

- Oye David ¿Te interesa sacarte 90 € por cinco horas de curro?
- Claro, ¿qué tengo que hacer? ¿Me vas a llevar a una de tus fiestas?
- Si quieres...Necesito ocho camareros que no hace falta que sean camareros, pero tienen que ser guapos.
- ¿Y ya tienes todos?
- No, por eso te digo, ¿tú no tendrás algún amigo?
- Sí, claro, los del equipo de rugby, 90 por cinco horas está muy bien.
- Necesito ocho para el sábado, si te ocupas tú lo dejo en tus manos, y te doy otros 90 más.
- Vale, para el sábado.

La verdad es que son los ocho como los del calendario, por eso lo he puesto para amenizar, porque vaya media docena y un par de camareros de lujo asiático, de todos los países, con unos cuerpos de infarto y a rabiar de guapos. La fiesta no es nada carca, pijísima, es más bien la manera que tienen de darle a la niña, que cumple dieciocho años, un fiestón con sus amigos, los padres, las tatas, alguna tía soltera y el abuelo, todo lo demás veinteañeros, la mayoría chicas. Mi elenco internacional de camareros hace su aparición, pantalones de pitillo negros, camisas blancas, planchadísimas, delantal francés, negro, y zapatos impolutos, el ohhh es audible, las niñas se quedan encandiladas, me río yo del abismo social a la hora de la carne, el trabajo es sencillo, poner copas y pasear con bandejas entre las niñas, sonriendo, claro, todo marcha perfecto.
A David, por darle un poco de protagonismo, le he colocado un pañuelo de seda rojo al cuello, como de jefe, y le he explicado a la cocina que él es el encargado de los camareros.
Se acaba la fiesta, pueden ser las dos o las tres, tranquilamente.

- Bueno, Begoña, ¿te gustó tu fiesta?
- Muy bien todo
- ¿Qué te gustó más?
- A mí, la verdad, el del pañuelo rojo

Août -Matthieu Nicolas - (Bourgoin)

Mi madre ha venido a Madrid, unas cosas de médicos, mi hermana, el nieto, bueno y yo, viene de vez en cuando, llega a casa, David sale de su habitación, mamá este es David, David mi madre, besitos.

- Oye este David es Ganimedes
- A ti que te parece
- Pues que no hagas tonterías, que te conozco.
- Eso me faltaba, pero si está en casa, ni pensarlo.
- No, si es muy guapo el chico
- Te lo imaginas así con una telita, como los griegos.
Me da un pellizco de monja, hay que ver la maña que se da con los pellizcos de monja.
- No te imagines tanto, anda, pero sí que es guapo, sí.

Septembre - Ignacio Corleto - (Stade Français Paris)
Ya sé que es un sacrilegio pero le han pegado, ha venido a las tres con una buena encima, un ojo a la virulé y una herida en la mejilla, cojea y se queja de un brazo, también tiene un corte en la ceja. A los cinco minutos de llegar, le he curado un poco, lo de la ceja tiene mala pinta, se pone a llorar.

- ¿Qué te ha pasado?
- Unos hijos de puta.
- Pero, ¿por qué?, ¿Te han robado?
- No, déjalo, no tengo ganas de hablar
- Lo que quieras, pero lo de la ceja no me gusta, deberías ir a urgencias.
- Mañana, ahora quiero dormir, no te vayas, quédate un rato.
- Vale, tranquilo.
- ¿te puedo pedir una cosa? ¿Me dejas que te coja la mano?

Octobre - Julien Fumat (Pau) & Djibril Camara - (Stade Français Paris)
La única manera de asumir algo así es que venga solo, no forzar nada, nos comportábamos con naturalidad delante de él, comentábamos su hermosura sin darle mayor énfasis, como cuando uno exhibe un crónica o una camisa de Lacroix, era ya como un bonustrack de casa, como la guinda del pastel doméstico, jamás por raro que parezca, tuvimos ningún roce de celos ni suspicacias, puede, por otro lado, que temiéramos espantarlo, por tanto, sin mayores dramas, nos complacíamos en observarlo, en admirar su belleza, en mirarlo.

Novembre - Denis Dallan - (Stade Français Paris)

- Bueno, mon cher Lou, mañana vuelvo a EEUU, te llevo conmigo un poco.
- Yo también te quiero
- Ha sido maravilloso pasar este año con vosotros
- Lo mismo te digo
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Claro, si puedo responder lo que quiera.
- ¿Vosotros os poneis los cuernos?
- Hijo, después de tantos años alguna vez
- ¿Y yo no te gusto?
- Serás presumido, si a tí te gustan las chicas.
- Sí, me gustan las chicas, ¿pero tú que sabes? algunos chicos también. Tú me gustas.
- Claro que me gustas, pero vives en casa, hasta ahí no llega nuestro open, además eres muy joven y muy guapo, me conformo con mirarte, me ha encantado mirarte, me he pasado un año mirándote. Fíjate si me gustas que yo, para mí, te llamo Ganimedes. ¿Sabes quién es Ganimedes?
- ¿Me dejas que te haga un regalo?
- Claro


Sale, vuelve con una copa, una botella de Noilly Prat y otra de Tanqueray, hielo y un limón, lo coloca sobre la mesa, me mira, se coloca un dedo en la boca, pidiéndome silencio, tranquilamente se desnuda, del todo, sin ningún gesto soez, con naturalidad, deja la ropa a un lado, echa el hielo, un poco de vermú, la ginebra, su piel de limón, y viene, con la copa, como lo parió su madre, en toda su esplendidez, a traerme el dry martini.


- Como te conformas con mirarme, y me preguntas quién era Ganimedes, no me lo imagino poniéndote tu copa en chándal


Décembre - Matteo Ptatichetti - (Calvisano, Italie)
Si comenzaran a alargarse mis brazos, y mis manos desaparecieran, y mis piernas, y surgieran de mí unas alas enormes, de plumas de acero y cera, si mis ojos se tornaran amarillos y agudísimos, y apareciera mi pico, retorcido, metálico, implacable, y mis zarpas con uñas esculpidas con el único propósito de no arañarle un rasguño al volar sobre Frigia, si me transformo en águila al fin, estaré volando en círculos sobre el monte Ida con un solo afán, encontrarle.













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