domingo, 2 de noviembre de 2014

XXVI - Carles o la amable recompensa


Victoria Venable dirigiéndose al Dr. Cukrowicz:

VICTORIA - Intenté salvarle, Doctor
DR. - ¿De qué? ¿Salvar-le de qué?
VICTORIA - De completar una imagen que se había forjado de sí mismo! Una especie de sacrificio a un tipo terrible de...!
DR. - ¿De Dios?’
VICTORIA - Sí, un Dios cruel... Vimos grandes tortugas marinas saliendo con esfuerzo del mar para la puesta anual de los huevos. El proceso de depositarlos en los hoyos cavados en la arena es largo y espantoso, y, una vez concluido, las tortugas hembra, exhaustas, vuelven al mar medio muertas...
... el cielo se movía... Lleno de aves carnívoras y el ruido de las aves, los gritos horribles y salvajes... las tortugas acababan de salir de los huevos y de los hoyos en la arena, e iniciaban su carrera hacia el mar... Para escapar de las aves carnívoras que hacían que el cielo fuera tan negro como la playa... mientras las aves pendían suspendidas en el aire y se lanzaban en picado para atacar... haciendo girar el cuerpo de las tortugas y comiéndose su carne.
Sebastián calculó que posiblemente sólo un uno por ciento llegaba al mar... Mi hijo buscaba a Dios, es decir, una imagen clara de él. Pasó todo aquel ardiente día ecuatorial en el nido del vigía de la goleta contemplando lo que pasaba en la playa... y, cuando bajó por el cordaje, dijo: ''Bien, ¡ahora lo he visto!'', y se refería a Dios. ''Este si es el verdadero rostro de Dios. ¡Somos todos niños en un vasto jardín de infancia intentando escribir el nombre de Dios en un rompecabezas con las letras equivocadas!''


De repente el último verano - Tennessee Williams.




Claro que es posible, yo lo sé, y lo sé porque me ocurre, me viene ocurriendo desde hace exactamente quince años, ahí es nada, se dice pronto pero es media vida, y mira que fue contra todo pronóstico, no voy a decir que no fuera enamoradizo, cosas de los que aborrecemos la soledad, desde que me recuerdo, de una manera o de otra he tenido pareja, pero antes de él era una especie de juego, una vez que se pasaba la pasión de los primeros besos, antes de instalarme en la costumbre y probablemente por mi absoluta incapacidad para comprometerme a nada parecido a la fidelidad, se acababa la historia de amor. Y sin embargo, después de tantos y tantas que pasaron por mi corazón y que rodaron por mi cama, cuando ya había cumplido con largura los treinta y se empezaba a desdibujar la esperanza, una tarde triste, en que la soledad pesada como una manta jerezana, me envolvía, nos encontramos.
No hay señales del cielo que valgan, ni violines que tremolen, ni gaitas, sí, sí ya sé que la vida es una película de dibujos animados, pero de repente, cuando ocurre un encuentro que cambiará el resto de nuestra vida, no podemos ver las luces de colores en ningún sitio, puede que el vértigo, entonces, se tornara insalvable, quizá sea mejor así, la prospectiva en estos casos podría llegar a ser una rémora.

Mentiría si dijera, así, a toro pasado, que no hubo nada especial en nuestro primer encuentro, aparentemente trivial, esencialmente carnal, cuando después de un rato, como en otras lides, nos separamos, una sensación inusitada de abstinencia me invadió, sin dramatismos, pero cuando habían pasado dos horas escasas ya tenía mono, arrumbé mi acostumbrada tendencia a la sangre azul, y sin tenerla todas conmigo le llamé, no sabía nada de él, salvo que su piel me daba sed, perfectamente podía estar en otra polka, me respondió encantado y nos vimos esa misma noche, y ya no nos separamos, van tres lustros.

Uno camina la vida y fabrica convicciones que no lo son, lo parecen, creemos honestamente que nos pertenecen y aunque estamos totalmente convencidos, viene la vida y te da una lección, así, para que te enteres. Yo estaba convencido de que las parejas gay eran una cosa demasiado europea, como extranjera, no tenía conocimiento de ninguna que no me pareciera un punto artificial, porque servidor, que es más maricón que un palomo cojo desde que nació, para esas cosas tiene un punto machirulo a revisar; pues nada, así como no quiere la cosa, de la forma más natural, comencé con mi niño a formar una familia, porque, dejémonos de eufemismos, lo nuestro es una familia, con todas las de la ley, gracias Zapatero, no fue fácil, tenemos la misma edad, una trayectoria absolutamente dispar, muchos lugares comunes, y una forma de vivirlos que no podía ser más opuesta: Yo fascinado por la moda y no tanto por los modos, él con un compromiso político que le llevaba a tener escolta policial - había desarmado una convención neo nazi en la isla y estaba amenazado - esto le daba un puntito Dashiel Hammet que me pareció un valor añadido, aficionado que es uno a los vodeviles, aunque la primera vez que fui a su casa y recogí una diana del suelo del portal, con un balazo en la cabeza que tenía dibujada, sospeché que no era cosa de broma. Tenía una casa enorme, de las antiguas, con techos de 4 metros y el cuarto de baño en el patio, con miles (literalmente) de libros, nada que ver con mi ático tan minimal y tan pequeño con 30 o 40 libros, todos de consulta, no guardo literatura, cuando disfruto una novela o unos poemas, los regalo inmediatamente. Su música era de otro planeta, inmerso como yo estaba por aquel entonces en la estricta vanguardia, él hacía acopio de muchísima música clásica del barroco, adicto a la ópera, me enseñó a distinguir a la Tebaldi de la Callas, a apreciar los matices de Lully, Mercedes Sosa, Livanelli, Cesárea Evora, y yo con las Shakespeare's Sister, Alaska, Ciudad jardín y The INX...

Los dos habíamos vivido en Madrid en los 80, yo metido hasta las trancas en la movida, trabajando en Baile el Baile, Warhol, y con mis bolos de la agencia de modelos, él como enlace sindical de CCOO, parroquiano del Café Gijón y con su trabajo en Diario16. En Mallorca mientras Carles frecuentaba círculos comprometidos y coleccionaba amistades entre políticos y docentes, yo, que lo era, tenía un maravilloso círculo de amigos y amigas que lo más cerca que habían estado del compromiso social era el día que iban a votar, si no habían quedado para la playa.

Y aun así, ni medias naranjas ni abanicos de colores, es él quien me ha acompañado todo este tiempo, a pesar de que yo no supiera distinguir un leninista de un estalinista, a pesar de que él no supiera distinguir un Montesinos de un Versace. La vida tiene esas cosas. Lo único que le cambié es el bigote, le pedí que se lo quitara, no puedo sufrir los pelos en mi boca.

No solo nuestras circunstancias nos diferenciaban, también nuestra historia, yo nací a la vora del mar, de mi mar mediterráneo, con el sol por montera y la luz que siempre estalla, él nació en la montaña de León, en plenos Picos de Europa, con la nieve como compañera de juegos y las montañas, impresionantes, es otro horizonte. Tuve la suerte de contar con una familia, que pese a los caballos que se me desbocaban, siempre me dio cariño, incluso cuando no me comprendían en absoluto, por el contrario mi chico tuvo el infortunio de tener una madre terrible y una infancia desdichada, yo fui a un buen colegio y luego a la universidad sin demasiado esfuerzo, Carles entró a trabajare en la mina a los 16 años, picando carbón, sin fruslerías, y fue a la universidad a pesar de renunciar por ello a su familia y con muchísimo esfuerzo.

Carles es ordenado, doméstico, especialista en catalogación y en vestuario del siglo XVII, sindicalista, agnóstico, con una sonrisa fácil y una risa poco pródiga, una piel amable casi sin vello y un culo perfecto, come lo que le apetece y nunca engorda, tenía una tristeza enquistada que le ayudé a extirpar, y poca confianza en el género humano, que aún estamos en ello. Un servidor es desordenado, urbano, hago de todo pero no soy especialista en nada, nihilista, ateo, con una sonrisa ladeada y una risa fácil, lleno de vello y el culo plano, siempre cuidando la dieta para no desbordarme, tengo un optimismo rayano en la euforia, un agujero en la mano que él me ayudó a equilibrar, y cualquiera me la da con queso, porque en principio, todo el mundo es bueno, también estamos en ello.

Envidia, de Goltzius
Evidentemente, y como era de esperar, casi todo el mundo desenvainó su maledicencia para que lo nuestro no tuviera lugar, tanto sus incondicionales como los míos, es una buena manera de trillar amistades, cuando tus ''amigos'' te ven feliz y despotrican ya sabes que algo falla, claro que quedaron algunos al margen de semejante batería de desesperanzas, tanto por su parte como por la mía, son los que conservamos, y no nos entendamos mal, hay amigos que son suyos, los hay que son míos y los hay, como no, de ambos. Hicieron de todo, los enemigos de la dicha, enredaron, inventaron, ultrajaron, incomodaron... Hasta un punto en que Mallorca se nos quedó chica, así que recuperamos uno de los anhelos que compartíamos, llenamos dos contenedores, uno de muebles y otro de libros (literalmente) y nos vinimos a la capital del Reino, a recomenzar, que con ganas y cariño no hay misión imposible.

No todo fueron rosas, ni espinas, intentar en un rato, contar lo que pasó es una tarea imposible, pero lo que sí es cierto, pese a quien pese, es que aquí estamos, que inútil tanta zancadilla.

Es mi compañero, mi amigo, mi amante, mi hermano, mi amor, la más amable recompensa a mis toneladas de esperanza, lo que tantas veces intuí en mis sueños, ha sido mi enfermero y mi preceptor, también mi paciente y mi pupilo, hemos sorteado obstáculos del calibre de los celos, la terrible Gorgona del tedio, hemos construido la vida de la mano, pero sin confundir la de cada cual, nos hemos aprendido y nos vamos descubriendo.

Ahora, el día 23, el viernes próximo hace exactamente quince años de aquel primer encuentro, bodas de cristal le llaman, y la verdad, yo sigo soñando con su sonrisa y con su culo y encima, por si ya es poco, va y le encanta el carnaval.
Lo mismo cuando lea esto se siente un poco incómodo, no tiene mi vena exhibicionista, pero mira nene, esta semana que celebramos, es la manera que se me ocurre de decirte que te quiero.









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