sábado, 1 de noviembre de 2014

XXII - Puga o el ardor guerrero



Una persona se encuentra a un amigo dando palmadas en medio de la calle.

- ¿Para qué das esas palmadas?
- Para ahuyentar a los elefantes
- Pero si aquí no hay elefantes
- Lo ves cómo funciona


Chiste


Thriller de Michael Jackson sonaba a todas horas, era como una especie de epidemia, no sé si el fenómeno era especialmente exagerado en Tenerife, o si ocurría en todos lados, la verdad es que ese año no me enteré de lo que ocurría en ningún sitio, estaba prácticamente prisionero en el cuartel de Hoya Fría, nada más y nada menos que en Tenerife, en mitad del océano, a veinte mil leguas de cualquier acontecimiento, fue una absurda pérdida de tiempo a la que me obligaron, no tuve más remedio que cumplir con el ejército, no fui capaz de encontrar la manera de evitarlo. 

No puedo salvar casi nada de aquello, que coincidí con Carlos Berlanga con el que trabé cierta amistad, ya que dada la indiscutible procedencia extraterrestre de ambos, mis superiores tuvieron a bien encomendarlo a mi cargo y me lo colocaron de radio, él estaba en pleno apogeo con el LP Grandes Éxitos, así que si yo estaba desubicado y obligado, es fácil adivinar cuál era su estado, nos reforzamos el uno al otro procurando no perder del todo la perspectiva, pero es que era todo tan frustrante, ocupábamos el día en ensayar marciales coreografías con el único objeto de bordar el próximo desfile, y como éramos los más altos nos colocaban al principio todas las veces, nos obligaban a hacer unos malabarismos increíbles con un subfusil del año de Maricastaña y cada vez que cometíamos un error nos castigaban sin salir ese día, y si el fallo era más gordo o ese día el teniente de turno estaba de mal humor nos arrestaba todo el fin de semana, por supuesto nos pasamos la mayoría del tiempo arrestados, no era posible entretenerse de ningún modo, no había libros, ni televisión, sólo el walk man, así que pasábamos horas escuchando Simple minds, T-Rex, Depeche Mode, Aerosmith, Blondie, Dire Straits, Duran Duran, Clash, The Cure... y por supuesto todo lo que nos llegaba de Madrid, sobre todo maquetas y grabaciones en directo con una calidad pésima. 

En nuestra compañía convivíamos, si es que se puede llamar así a llevar adelante esa infra vida, todos los profesionales, por un lado los médicos, abogados, maestros, arquitectos... y por el otro los albañiles, fontaneros, carpinteros, camioneros. Como era de esperar Carlos se enamoró de uno de ellos, era bruto como un percherón, camionero y gallego; por la noche, cuando se desnudaba, quedaba justo enfrente de su cama, con lo que podía sin disimulo observar hasta el más mínimo detalle, y se fue sumergiendo en un juego de miradas cada vez más arriesgado. Todo el mundo tenía clarísimo de qué íbamos, las compresas y la ropa interior femenina que encontrábamos en nuestras sábanas de cuando en cuando no dejaban lugar a dudas, así como la cara de guasa que se les ponía cuando nos preparábamos para acostarnos, nada directo, probablemente porque Carlos era famoso dentro de lo que cabe, un personaje, y yo llevaba una estrella en mi boina con lo que podía muy bien buscarles las vueltas. La verdad es que eran bastante cobardes.

Así estuvimos por lo menos tres meses, sin pisar la calle, siempre arrestados, deshojando el tedio disfrazados de soldado.
Una noche, en la que desafortunadamente yo estaba de guardia, cuando ya habían apagado las luces hacía rato, de pronto, un alboroto enorme, gritos y maldiciones, me acerco con la linterna y me encuentro el pastel, todos los gallos alrededor de mi radio, había perdido la razón, o era presa de un repentino arrebato, pero el caso es que se había sigilosamente acercado a la cama del gallego y se había puesto a meterle mano, el troglodita de arriba se había percatado y claro, matarile al maricón.

- A ver, ¿qué pasa?
- El Berlanga, que le estaba haciendo una paja al Puga
- ¿Y todo este escándalo? Como venga el semana nos empapela
- Pues que venga, a ver si corre a este mariconazo
- Carlos, como te pasas, ¿en qué coño estabas pensando?
- En su polla
- ¡Será maricón!
- Tú calla, ¿a ver qué hago? Puga, dime tú lo que ha pasado.
- No sé mi alférez, yo estaba durmiendo, y me ha despertado este gritando
- Venga, vale, ya está bien de jaleo, todo el mundo a dormir y tú Carlos, ven a mi despacho.

Poco a poco se calman los ánimos, los cabos se muerden la lengua y yo me llevo al agresor disimulando.

- Nene, estás ido, ¿cómo se te ocurre? ¿Tú sabes la que nos puede caer?
- El cafre de arriba, porque el chulo estaba encantado, como una piedra, de dormido nada.
- Putón, ¿no te podías haber esperado a salir por ahí? Yo que sé, tú sabes, como se vayan de la lengua te meten un paquete y a mí otro.
- A ti ¿por qué?
- Pues por no dar parte, si pasa algo así tengo que ponerlo en el libro.
- Pues ponlo
- No seas idiota, venga, vete a la cama.

En el mundo exterior España es la sede de los mundiales de fútbol, se aprueba el reglamento que rige el funcionamiento del Congreso, Dinamarca decide por sufragio abandonar la CEE, se implanta el primer corazón artificial, el premio Nobel de la Paz Menájem Beguin pronuncia su famoso discurso: "Los palestinos no son seres humanos: son bestias que caminan en dos patas", Argentina toma las Malvinas, Isabel II le concede plena autonomía a Canadá...
Pero en Hoya Fría el gran acontecimiento es que mi radio estaba metiéndole mano al Puga, hay que joderse. Todas mis previsiones se quedan cortas, nada más desayunar me percato de que se va a armar una gorda, todo el mundo cuchichea a mi paso, a Carlos le miran como si fuera el violador de l'Eixample, me preparo para lo peor.

- A la orden mi alférez, de parte del capitán, que se presente en su despacho.
Ya está montada, veremos en que queda.
- A sus órdenes mi capitán
Su cara no vaticina nada que me alivie, la de mi radio, que está también allí, tampoco, la de Puga menos todavía.
- Ya he oído las dos versiones de este degenerado y de este imbécil, y usted ¿qué tiene que decir?
- Mi capitán, creo que fue una broma, no le di mayor importancia.
- ¿una broma? ¡Y una mierda! ¿Le parece una broma que este tío le haya intentado violar a este otro?
- Con su permiso, mi capitán, creo que eso es un poco exagerado, no fue más que un tocamiento.
- ¿Nada más que un tocamiento? ¿Y a usted eso le parece una broma? Sabrá que eso es un delito contra el honor militar. Éste por muy hijo de su padre que sea se va ahora mismo para el calabozo, hasta que me salga a mí de los cojones, y éste tiene guardia todo el fin de semana. A ver, cabo, llévese a Berlanga a prevención, Puga, apúntese las guardias en el libro. Y usted no se retire.

Los cabos y un teniente al que parece que le haya tocado la lotería de la cara de felicidad que exhibe se llevan a mi radio y me quedo a solas con el brazo del honor militar.

- No he querido faltarle al respeto delante de la tropa, pero si usted se ha creído que esto se va a convertir en una pocilga de invertidos no sabe quién tiene delante, su obligación era haberme comunicado el incidente, no quiero pensar en que los comentarios que he escuchado sobre usted son ciertos o le quito la estrella y le suspendo las prácticas, así que de momento tiene usted guardia todo el fin de semana a ver si reflexiona y el lunes a diana se me presenta y ya veremos que hacemos.
- A sus órdenes mi capitán.

Otro fin de semana sin salir, podía haber sido peor, en fin.
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En el puesto de guardia me aburro como un ciprés, las 72 horas sin salir de mi camareta, así que decido echar un vistazo por las garitas, es domingo por la tarde y la calima ha traído un calor que no hay quien lo aguante, voy paseando y compruebo el soberano tedio de los chicos en sus puestos, pero cuando llego al puesto de Puga lo que veo me deja perplejo: el muy imbécil está tumbado a la fresca, con los walk-man puestos bebiendo una coca-cola, ha dejado el CETME apoyado en un lado de la tronera y no se da cuenta de que estoy ahí, así que, alargo la mano y me llevo el arma, a ver qué coño dice, sí que es imbécil el tío, sí.
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El cabo viene blanco como un cadáver, detrás el camionero más blanco aún.
- A sus órdenes mi alférez, hay novedad.
- No me jodas, ¿cómo que hay novedad?
- Sí, a Puga le han robado el CETME
- ¿Cómo? ¿Qué le han robado el CETME? ¿Quién?
- No sé mi alférez, me ha dado un vahío y cuando me he repuesto el CETME no estaba.
- ¿Cómo que te ha dado un vahío?
- Pues eso, que me he debido de desmayar del calor o algo y me lo han quitado.
- Mira idiota, no te ha dado nada, un ataque de gilipollez como mucho, estabas tumbado, con los cascos puestos y una coca - cola, te lo he cogido yo, te voy a meter un paquete que te vas a quedar sin permiso, por irresponsable, ¿te parece poco la que llevo con vosotros esta semana? Vas a hacer guardia hasta que me licencie.

Estoy en la litera, son las cuatro o las cinco de la mañana y no me puedo dormir, alguien entra en mi camareta ¿qué tripa se les habrá roto ahora? es Puga en calzoncillos, se me mete en la cama, se pone boca abajo y me dice:

- Por favor mi alférez, no me haga mucho daño, pero no dé parte.
- Anda, criatura, vete a tu cama

En el mundo exterior, mientras que intento desalojar el malestar que este pequeño poder me ha producido Alicante se inunda y nacen por primera vez dos Oso Panda en cautividad. Shao Shao, que vivía en el zoo de Madrid, fue inseminada artificialmente con esperma del oso Chi Chi.
No hay derecho, Lou.


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