domingo, 2 de noviembre de 2014

XXXII - Abdalah o el viento del destino


Pero cuando llegó la 33ª noche
Ella dijo:
Besarlo es embriagarse con el almizcle de que está perfumada toda su piel! ¡Abrazarlo es sentir doblarse su cuerpo, como se dobla una rama bañada de brisa y de rocío!
¡Besarlo es embriagarse sin probar ningún vino! ¡Bien lo sé yo, en quien fermenta por las noches el vino almizclado de su saliva!
¡La misma Belleza, al despertarse por la mañana, se mira al espejo y se reconoce vasalla suya! ¡Oh locura mía! ¿Cómo podrán los corazones librarse de su belleza?
¡Por Alá! ¡Si logro vivir de este modo viviré con su quemadura en mi corazón! ¡Pero si llegase a morir por su amor, será mi última dicha!
Su mirada! ¡Acercarse al fuego sin quemarse no es cosa tan asombrosa como su mirada! ¿Cómo estoy todavía vivo, ¡oh encantador! cuando paso mi vida ante tus ojos?
¡Sus mejillas! ¡Si sus transparentes mejillas están aterciopeladas, no es de bozo como todas las demás, sino de seda exquisita y dorada!
¡Su boca! ¡Hay algunos que vienen a preguntarme ingenuamente donde está el elixir de la vida, y por qué tierra corre el elixir de vida y su manantial!
Y yo les digo: ¡Conozco el elixir de la vida y su manantial! ¡Es la boca de un joven esbelto y dulce, un gamo joven con el cuello tierno e inclinado,
Es el labio húmedo de mi amigo, delgado y vivo, joven de dulces labios de un rojo oscuro
"...Si la rama se balancea, ¡qué armonioso no será el canto de los pájaros que en ella anidan!"


Las Mil y Una Noches


A Essaouira se la conoce por muchos nombres “La Bella Durmiente”, “La hermosamente trazada” de la palabra árabe Souirah, esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, mantiene el encanto y la autenticidad de una tierra perdida en el tiempo. Aquí es donde termina el Mediterráneo: la última fortificación amurallada en las orillas atlánticas, con una estampa familiar que me hace recordar a los "pueblos blancos" de Cádiz, en árabe الصويرة A-awīra, fue la bereber Amogdul (“la bien guardada”), más tarde, en portugués Mogdura, en español Mogadur y en francés Mogador. no es absoluto extraño que tenga tantos nombres, porque cada cual la percibe de una manera, por ella se dejaron seducir Cat stevens, Jimmy Hendrix, Orson Welles, Frank Zappa, Leonard Cohen, Tenesse williams... y evidentemente el que os escribe.

Anclada en una punta de África, donde el Atlántico se resquebraja en luminosas ráfagas saladas y se despereza sin prisa a lo largo de kilómetros de playas plateadas, se encuentra Essaouira. Una ciudad hecha de viento y luz, que nace y muere a diario abrazada al océano. Por ella pasaron varios siglos. La luminosidad de esta pequeña ciudad blanca cuaja el aire de vida y de sabor, atrapando al visitante en una dulce telaraña de aromas y colores. La belleza del lugar emociona, maravilla y conquista, tan diferente del exceso turístico de Marrakech y sus fastos, probablemente sea la única ciudad de Marruecos donde no es fácil perderse. El Sultán Sidi Mohamen Ben Abdallah, verdadero fundador de la actual Essaouira, confió en 1780 el trazado de la ciudad al ingeniero Teodoro Cornut (alumno de Vauban) para competir con Agadir, que diseñó la Puerta de la Marina para facilitar el acceso al puerto, rodeó la ciudad de murallas al estilo Vauban y trazó calles amplias y rectilíneas, de ahí su nombre, As-sawīra, la bien trazada. Su belleza no se contempla en los cuadros. Perspectivas imposibles, esa callecita bordeada de casas blancas con postigos azules,el sutil claroscuro de la placita Bab el- Sebaa, con el fondo de las terrazas de los cafés invitando a la pausa del té. La precisión de los detalles en la fachada del palacio del Pachá, como salida de un cuadro de Delacroix... una multitud abigarrada deambula por la calle Siaghine... los joyeros herederos de la excepcional técnica de los orfebres judíos cincelan largos y elegantes pendientes, fíbulas, brazaletes con charnelas, pulseras para el tobillo o collares de plata… un poco más lejos, las manos hábiles de los marqueteros incrustan madera de tuya, de limonero, de ébano, de nácar o hilo de plata.Y sobre la “skala” de la kasbah los cañones sin oficio que le confieren ese aspecto tan teatral. Se respira arte.

Yo había acudido abrumado por Marrakech y atraído por el anuncio del Festival Gnaoua y Músicas del Mundo de Essaouira, un festival al que acuden artistas y aficionados del mundo entero. Los Gnaoua son los descendientes de los antiguos esclavos originarios del África Negra. Organizados en hermandades en todo Marruecos, los Gnaoua son músicos magos (maâlem), encantadores de serpientes, videntes, médiums y adeptos. Sus prácticas, a la vez musicales, iniciáticas y terapéuticas, mezclan contribuciones africanas y arabo-bereberes. Aunque musulmanes, los Gnaoua fundan su especificidad sobre el culto de los jinn (espíritus) y sus ritos conservan numerosas características consustanciales a los ritos de posesión africanos. La ceremonia más importante y la más espectacular del Gnaoua es el Lila, cuya función es esencialmente terapéutica. Durante la celebración, el maâlem, acompañado de su gente, pide a los santos y a las entidades sobrenaturales tomar posesión de los adeptos, que entran en trance. Este ritual es comparable al vudú de Haití y al macumba de Brasil. El resultado es un encuentro intenso entre los herederos de una tradición secular y los artistas de distintos horizontes, los maestros Gnaoua invitan a un músico de jazz, pop, reggae o rock, y tocan una especie de jam session, donde fusionan sus respectivas músicas haciendo del encuentro una auténtica improvisación muy interesante, es el descubrimiento de las respectivas tradiciones, como vuelta a las raíces milenarias comunes. Estando tan cerca no podía perdérmelo. 

Essaouira literalmente se enciende, en esta semana está abarrotada de gente de todas partes, es una clase de turismo especial, atraída por las músicas del mundo, por la experiencia tan cercana al vodoo, y por el innegable encanto de la villa, al principio no estoy muy seguro de no haber cambiado un burro por una burra, huyo del Marrakech abarrotado de hoolligans y amanezco en esta ciudad, mucho más pequeña, que ya conocía y que casi no reconozco, conforme avanza el día me sosiego, ni rastro de hoolligans, es otra cosa, acudo al primer concierto en Moulay Hassan square y alucino, es indescriptible, se mezclan el sufi con el vudú en una especie de fusión total, cualquier temor sobre lo religioso del acontecimiento se esfuma, es laico a más no poder, la gente disfruta y se deja contagiar por la magia de la música, no se si digo una barbaridad pero me parece la esencia de la música trance.

El olor que percibo en el aire puede que ayude, creo que soy el único que no fuma hasch, esta timidez mía con los camellos a veces me pone en situaciones como esta, me pongo las pilas, ubico a tres mozos que fuman y que me parecen del país y les pregunto en francés, me dicen que les acompañe a un rincón más discreto, no se si la música me había embotado el entendimiento, o que mi mono era así de irracional, pero les sigo a una esquina, 30 euros está bien, aquí en marruecos aún es un pastón, saco el dinero, me empujan sin que me lo espere y cuando estoy en el suelo me sueltan tres patadas, l'argent, tout l'argent, no puedo reaccionar, estoy idiota, cómo se me ocurre, l'argent, vite, y entonces oigo gritar a álguien en árabe, es él, les grita con autoridad, los manguis le responden, le veo, es curioso, pero en una situación tan extrema en lo primero que me fijo es en que está como un queso, de repente me siento una modelo de un anuncio de colonia, ...un tumulto en la kasbah y apareció él... eso sí, sin caballo ni nada, con unos jeans y una camiseta azul, aun así consigue su cometido y aleja a mis agresores, me duele todo, y me siento imbécil. Se agacha, y con una delicadeza sorprendente me ayuda a incorporarme, habla un mal español y un buen francés, le cuento, su dedo en la sien me hace sonreír, sí, un poco loco sí estoy, pero ya ves la música, el olor, no he pensado, me abraza por el hombro, con ese impudor tan musulmán para el contacto corporal entre hombres, me habla, me cuenta de sus sueños, de cómo le gustaría participar en el festival Gnaoua, de lo mal que trata la organización a los músicos marroquíes, de lo bien que trata a los extranjeros, hablamos del negocio de la música, de cuando vino a España y volvió porque echaba de menos su familia y sus sabores, paseamos por calles por las que nunca me habría atrevido a caminar solo, y su camiseta azul tiene el mismo tono de las barcas y de las puertas, y su sonrisa abierta rompe como una ola sobre mi cuerpo dolorido, y lo cura, tiene como la música de hoy, efectos terapéuticos, el viento omnipresente hace volar los papeles, como gaviotas que las hay a cientos, todo el rato hace viento, Abdallah, que mi salvador se llama así me dice que el viento agita las ideas, que la playa es peligrosa para nadar, que si me gusta el Surf, le digo que me gusta verlo, pero que soy un negado para el deporte, que a qué he venido entonces, al festival, me gusta la música, soy profesor de música, sí y fumo kiff, que él tiene en casa, pero que no lo saca a la calle, muchos problemas kiff en calle, no a niños no, le doy clase a mayores, a maestros, ¿que parezco americano?, por eso me han atacado, parezco americano, muchos dólares, aquí no hay mucho dinero, para un músico menos, ven y te enseño la terrasse, creo que me quiere enseñar algo más, yo encantado, la vista es impresionante, el viento en su cara también, le hace guiños en el flequillo y entornar un poco los ojos, ¿un petard?, ideal, adentro, aquí con el viento no posible, la habitación es también azul, por la ventana se oyen chillar las gaviotas y un mar de barcas se extiende hacia el puerto, huelo lo que está haciendo, me lo ofrece, enciéndelo par ton accident, aspiro el humo, con ansia, me aturde, él me mira, sonriendo, me rodea, me abraza por detrás, me susurra al oído, eres un hombre bueno, me descoloco, será su español, me besa en el cuello, me abandono, me ofrezco, me sumerjo, amanezco en sus brazos, la luz naranja, la aurora sobre su pelo, desayunamos besos, y abrazos, y más besos... Fuera las gaviotas y el viento.

Me quedo a su lado hasta el límite de mi presupuesto, me enseña sabores y playas, el dulce salado de la pastela de pescado, el cous cous, le veo cabalgar las olas, inmensas, sobre su tabla, mis intentos le hacen reir, por las tardes vamos a Driss, la pastelería de las pastelerías, el azucar glass de un milhojas delicioso le dibuja un bigotito blanco y hace un poco el payaso, un café excelente, por la noche su cuerpo se me revela como un milagro, no puedo hablar con nadie, no le gusta, con una sola mirada, por primera vez en mi vida me hace sentir que le pertenezco, me dejo llevar, prefiero no pensar que no puedo sustraerme a su efecto, pero los días van pasando, y mi vida me reclama, y su sonrisa me ata, y su mirada.

estoy triste, desesperado, no puedo posponerlo más, debo regresar, en realidad hace una semana que debía haber regresado me lo dicen los números rojos de la tarjeta del banco, él está sin camiseta, dándole cera a la tabla, creo que es cera, de cuclillas en el terrazo, levanta la vista, me mira a los ojos, abandona su trabajo, me coge la cara entre las manos, estás triste porque te vas, mira el viento, ¿el viento?, mira el viento, el viento te ha traído, el viento te volverá a traer, mira el viento, no estés triste, me rindo a su abrazo.

Muchas veces sueño con él, con su flequillo que baila, con su sonrisa abierta, y le veo tan guapo, no sé por qué, montado en un caballo azul y blanco.
El viento, en Madrid en julio, qué viento, el viento me devolverá su abrazo....




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