viernes, 31 de octubre de 2014

VII - Tore o el cadí de Ålesund


Granada es como una rosa más bonita que ninguna
que se duerme con el sol y florece con la luna.
Enamorada del agua flor de la brisa
que vive sola por culpa de las espinas.
Rosa de melancolía los ruiseñores le cantan
y ella como es flor de olvido
con el silencio les paga.
Granada vive en si misma tan prisionera
que solo tiene salida por las estrellas.
Ay amor, deja el balcón abierto del corazón.
Ay amor que en la Vega te espero con una flor;
por un suspiro la luna se lo llevó
y en el destino de la sombra se quedó.
Ay amor, amor que se fue y no vino
por el aire se perdió como los suspiros de mi corazón.
Granada no tengas miedo de que el mundo sea tan grande,
de que el mar sea tan inmenso tu eres la novia del aire.
La de la sombra de plata, la del almendro,
la que parece de nieve y por dentro es fuego.
Tu eres rosa del rocío, amor de los ruiseñores
lamento del agua oculta que cantan los surtidores.
Granada del alma mía si tu quisieras
contigo me casaría esta primavera.


CARLOS CANO


Estábamos en Granada, había cogido a la Pepa y nos habíamos venido a Granada a pasar unos días, un apartamento en la Carrera del Darro, con vistas al río y a la Torre de la Vela y a disfrutar de esta ciudad mágica, siempre ha sido para mí una especie de refugio, cuando la vida me atropella, cuando dejo de manejar las riendas de lo que me ocurre, vengo a Granada y una especie de efluvio benéfico me ayuda a recuperar el destino. Disfruto paseando cualquier domingo cuando la ciudad parece aún dormida por esas calles y plazas... Zacatin...Birrambla...el Paseo de los Tristes...y desde arriba, carmesí, la Alhambra.


El apartamento era de poco luxe, un poco cutre y todo, las vistas eran impresionantes, estaba en medio de la marcha y tampoco era tan caro; tenía una pandilla de amigos, "las largas" les llamaban porque eran todos super-fashion y más altos de lo habitual, pero en esta ocasión habíamos venido en plan sorpresa y la sorpresa nos la llevamos nosotros, se habían ido de "pesca" a Torremolinos, que no puedo sufrir, y por lo tanto la Pepa y yo teníamos la ciudad de los dos ríos en exclusiva. Tomamos posesión, nos preparamos los modelazos, nos acicalamos y salimos a comérnoslo todo, en esta ciudad no hace falta ir de restoranes, te tomas unos cuantos cortos y con las tapas que te van poniendo tienes más que suficiente, cuando ya llevábamos diez o doce cambiamos de tercio y nos fuimos de copas. Para esto de la cosa nocturna, si vas en plan hunter de Chueca en Granada lo tienes crudo, y más por aquel entonces, que va a hacer ya veinte años de lo que cuento, había dos o tres sitios de ambiente y a cual más cutre, cuatro mariquitas autóctonas en cada uno que nos miraban con cara de cogérsela con papel de fumar, en plan ¿de dónde habrán salido estos dos marcianos con sus conjuntos de Montesinos? llevaban todas el mismo modelito de polo. Las largas, que eran la vanguardia local, no estaban y nos encontrábamos abandonados al provincianismo más radical. Definitivamente no era el día.
La ansiedad de la Pepa había alcanzado su zénit



- Mira, yo sin drogas y sin marcha paso de Granada y de su puta madre.
- Pues como se te ocurra ponerte cojo el portante y me voy, Jose, por favor, no te pongas ciego, que no te aguanto.
- No hombre, unos porritos o algo, que si no ya ves que plan.
- Unos porritos vale, pero unos porritos, como vea que te duermes me largo.
- He visto que abajo de casa había color, vamos para allá.



Es cierto, justo debajo de casa había un pub, La Torre de la Vela, que tenía más marcha que ninguno de los sitios en los que habíamos estado, igual era pronto, subimos hasta la Carrera del Darro, pedimos unas copas y salimos a beber a la muralla del río, hacía una noche agradable y dentro era imposible hablar siquiera, estaba repleto de extranjeros y la música imposible.


- Voy a ver cómo está el mercado.
- Ten cuidado. No te pases.



A los dos minutos estaba de vuelta como si le hubiera tocado la lotería, tenía una habilidad especial para encontrar lo que fuera en cualquier sitio, habilidad que yo envidiaba, porque entre que todos los dealers me confunden con un policía y que me da un montón de corte pues nunca puedo encontrar ni una china.


- Mira nene he comprado costo del bueno y una sorpresa.
- Una sorpresa, paso de sorpresas, ya te lo he advertido.
- Que no nene, que no, que he comprado un tripi.
- Un tripi, uf, hace años, desde Valencia que no he visto un tripi.
- Pues mira, un Superman
- No sé, un Superman, ¿qué ñoco es un Superman?
- Un secante, si no es nada, un tripi de la risa, verás que bien.



Puede que fuera la magia del Darro, el aburrimiento, en fin que nos comimos medio cada uno.



Al principio nada de nada, unos porritos para atemperar la expectativa, dos o tres copas más, la gente que va llenando la calle de acentos y colores, pero ningún efecto especial.


- Oye, a mí no me sube nada
- A mí tampoco, vamos a movernos, hay que moverse un poco.

Echamos a andar la calle para adelante hasta el Paseo de los Tristes, algunos grupitos de gente fumando y bebiendo en los bancos, la poca luz de cuatro farolas viejísimas resaltaban la belleza de la Alhambra tan iluminada enfrente. Nos quedamos hipnotizados completamente, en silencio, absolutamente abstraídos por la visión. Pasó un instante fuera del reloj y de repente una de las farolas tilila e inopinadamente proyecta un halo de luz potentísima justo a nuestra derecha, sin mirarnos, al mismo tiempo, salimos los dos corriendo a ponernos debajo de la luz con un grito común - ¡Abdúceme! - Así, sin ponernos de acuerdo el ácido nos había llevado a la misma sensación, era de esas cosas que conseguían estrechar nuestra comunión.

- Joder, y eso que no subía, si llega a subir...

El ácido tiene un efecto eléctrico, las cosas pasan como a ráfagas y necesita de una placidez sin la que puede convertirse en algo molesto, tampoco es que sea un experto, lo habré probado tres o cuatro veces, pero, la verdad es que siempre me pasa lo mismo, me pone nervioso y me divierto mucho, y acaba mandándome a casa, a mi cama. Eso ocurrió, nos tomamos alguna copa más, pero el colocón no me permitía conectar con la gente que estaba como en otra dimensión.

- Se me ha cortado el rollo, si te da lo mismo me voy a casa.
- No jodas, siempre te pasa igual, pues yo hasta que no ligue no me voy a ningún lado, hoy pillo cacho, ¿quieres que te traiga algo?
- Sí, un chulazo, venga, hasta luego, ten cuidadito.
- Vaaale mamá

Llego a la casa, es todo más cutre con el tripi, veo con cierto espanto el raillite terrible de los muebles, la pitiña en las rayas de los azulejos, me pongo un zumo, que horror, frutas del bosque, vaya mierda, serán de un bosque talado, sabe a serrín... Abro la ventana para que entre el aire fresco, me desnudo, cojo un sillón y me siento a contemplar el paisaje, un calor paulatino me está poniendo cachondo, noto como la excitación sube de grado, parecería que todo el colocón se me ha ido a parar justo a la polla, me acaricio, voy notando como se inflama y se endurece, mi mano la conoce perfectamente y sabe cómo jugar con ella, la abarco, la sensación, con el LSD, se multiplica exponencialmente, me abandono.
Y se abre la puerta, me pongo una toalla por encima, nuestra intimidad no llega a tanto.

- Sí que se te ha cortado el rollo pronto, ¿has ligado?...oye, ¿estás
bien?

En el umbral, magnificado por la luz que entra por la ventana, como en juego de luz de una película de Visconti, completamente desnudo está Tore.
Me quedo impresionado por la elástica belleza de su cuerpo, los nórdicos cuando tienen una constitución atlética son realmente hermosos.

- ¿Y esto? - Es lo único que se me ocurre decir.
- He hablado con tu amigo, porque os he visto antes y me ha dado las llaves - me dijo con su acento que enredaba las erres - si quieres me voy.
- No, no... Es que estoy sorprendido. Justamente estaba pensando en ti - dejo caer la toalla - mira, ¿ves cómo es verdad?
- Mentiroso, a ver, a ver...

Uno de los polvos de mi vida, el efecto del ácido con su piel fabricó un cocktail perfecto, era tan...obediente. Con los hombres grandes siempre me da morbo que se sometan a los vericuetos de mi deseo, y su disposición era inmejorable, siempre recordaré como lo poseí apoyado en el quicio de la ventana mientras contemplaba la Alhambra iluminada.
Los caminos del diálogo pasaron por nuestros orígenes, dieron vueltas por nuestros gustos, hicieron curvas por pensamientos, volvieron por cumplidos, enderezaron opiniones, hasta que por fin desembocaron en la incontenible atracción. Me animé. Le abracé, le vi ponerse serio, y le dije: "me gustas mucho". Él no se movió un milímetro sólo sonrió levemente, cerró los ojos al verme más cerca, un beso tan profundo como dulce. Quería más. Sus labios siguieron buscando los míos con los ojos cerrados, y los encontró junto a una caricia suave en su rostro, y pareció desvanecerse en un lecho de ternura. Y allí se quedó por unos minutos eternos.
Desde pequeños, los noruegos son educados para no sobresalir hirientemente sobre el compañero de pupitre. La modestia es la virtud nacional. Y si alguien destaca, la suerte tiene más peso ante los ojos de sus vecinos que los méritos, será por eso que estaba tan fascinado sin ser consciente de su propia hermosura.
"Tú también me gustas mucho, ha sido un polvo increíble". Me fijé en su cara, tenía una marca, como una media luna, al lado de la boca, la acaricié con la yema del índice, ¿y esto?
Un imperceptible gesto de amargura - Es un... no sé cómo se dice en español, un bite.

- ¿un bocado?
- Sí, un bocado de mi ex en una pelea.

No sé qué ocurrió, pero al entender lo que decía, todas las copas, y el ácido y hasta la primera papilla que me tomé hicieron erupción y tuve que salir corriendo al baño a vomitarlo todo. Cuando regreso le digo - Disculpa, es que he bebido mucho, y me he comido medio tripi.
Le cambió la cara, recogió sus ropas, se vistió y me dijo - no soporto las drogas, lo siento - Debía haberlo intuido, cuando hay estupefacientes de por medio, la moral luterana se impone a la vena liberal. Fuman poco. Y beben menos. Salvo la copita del folclórico aquavit, el aguardiente patrio. Salió literalmente corriendo. Solo me quedé con que era de Ålesund, con que se llamaba Tore (pronúnciese Tuura) y era profesor para orientales inmigrantes en un colegio.



Me he acordado de aquello tantas veces, Ålesund, es preciosa, la reconstruyeron después de un incendio, y es como de postal con todas las casas modernistas llenas de agujas, torres, chapiteles y ornamentos, siempre quise ir y nunca más me comí un tripi....

Llega la Pepa, oigo su voz desde la calle, amanece, neneeee abre que no tengo llaves.

- He pegado un polvo fantástico con un chulazo de Pinos Puente, ¿Y tu vikingo? ¿No te ha gustado?
- Sí me ha encantado, pero se ha mosqueado porque le he dicho que iba de ácido.
- Son raras, me lo encontré en el Cadí
- Ah, con razón
- ...
- Un Cadí es un juez de los musulmanes que aplica la ley islámica.
- Ah coño, que listo eres maricón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario