viernes, 31 de octubre de 2014

II - La Pepa " o de como mi mejor amigo mató a mi mejor amigo" (Parte V)

En castellano se entiende por Serendipia , neologismo procedente del inglés serendipity , el hallazgo por sorpresa de algo importante cuando se busca otra cosa. Efectivamente, el papel del azar siempre fue determinante en numerosos descubrimientos científicos o inventos técnicos. Es lo que ha ocurrido en la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville (USA), cuando un grupo de científicos, estudiando cómo se metabolizan las drogas en el hígado, han descubierto una proteína humana que puede ser la clave para conseguir algo que siempre se tuvo por imposible: la producción de rosas de color azul. Este método científico para crear rosas transgénicas azules ha conmocionado a los comerciantes de la floristería, ya que la rosa, tal y como ha sido creada por la naturaleza, puede ser de cualquier color menos el azul, por ausencia de los genes correspondientes a ese pigmento.

Jose G. Ladron de Guevara - La rosa imposible
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Cuando salí de aquella audición de las 600 canciones de los 80 Madrid seguía su ritmo mientras el mío se había ralentizado por el mazazo de la noticia, no estaba sorprendido, no era una muerte súbita, la Pepa llevaba funcionando con un 12 % de su hígado desde su último análisis, tenía una cirrosis terminal desde hacía tiempo, pero estas cosas siempre se posponen con la esperanza inútil de que el tiempo se detenga, una hepatitis sin curar debido a la imposibilidad de medicarle con Interferón si no dejaba sus adicciones había derivado en lo inevitable. Salí del hotel, sorteé sin miramientos dos o tres pasos de peatones porque tenía la necesidad de encontrar un espacio abierto, seguí casi corriendo hasta un parque y llamé a Paquita.

- Paquita, soy yo, estoy grogui con la noticia, lo siento, estaba en una reunión, dime.
- Ay, ayer me lo encontré hecho un ovillo, en el suelo, estaba solo, no sé cómo se me ocurrió subir a su casa, llamé a una ambulancia pero llegó muerto ya, que lastima, era joven para acabar así, ¿No había dejado las drogas? ¿No me dijiste que ya no tomaba nada?
- Bueno, ya sabes, no se drogaba desde la última vez que lo llevamos al hospital, pero seguía bebiendo, con el hígado como lo tenía era igual de fatal.
- Ay sí, beber sí bebía, pero cerveza nada más.
- Paquita, cerveza y lo que no es cerveza, delante de tí sólo bebía cerveza, pero a saber, ya sabes cómo era.
- Lo enterramos mañana, a las 11,30 es la misa.
- ¿En dónde?
- En el pueblo, tenemos allí el panteón
- Allí estaré, no te preocupes.
- ¿desde Madrid vas a venir?
- Claro, allí estaré, estoy muy cabreado con él pero allí estaré.
- ¿Y cómo vas a venir?
- No te preocupes, venga, un beso, y lo siento mucho, ya sabes que lo quiero mucho.
- Ya lo sé hijo, ya lo sé, que lástima.
- Venga, hasta mañana ¿estás sola?
- No estoy con mi hermana y mis sobrinas.
- Dales un abrazo, hasta mañana.
- Adiós, hasta mañana.

Llego a casa, les cuento, y por fin lloro, de rabia, el dolor aún no llega. No tengo tiempo, saco un billete de avión para Alicante e intento serenarme un poco, no puedo dormir, las cosas que vivimos juntos vienen como fogonazos inconexos mientras preparo una bolsa, mientras me ducho para despejarme, mientras intento localizar a sus compañeros y les cuento (era educador de tetrapléjicos aquí en Madrid aunque llevaba 6 meses de baja, otro de sus contrastes) la sensación es la misma, nadie se sorprende pero todo el mundo siente como nos lo han arrancado, como se ha arrancado él mismo, el muy gilipollas.
Un taxi, difícil coger un taxi a las cuatro de la mañana, no paran o van llenos, esto no ayuda precisamente a aliviar mi ansiedad, por fin uno, a la T4, a Barajas.



No había visto todavía en directo la nueva terminal, no me fijo mucho de todos modos, sólo se me ocurre que le habría encantado, estos fastos arquitectónicos le privaban, ya no lo verá. Como es de esperar, me armo un lío con las gates y casi pierdo el embarque después de discutir con el guardia de la puerta donde siempre me pitan las llaves, que me ventila una espuma de afeitar nueva porque nosepuedenpasarespraisquenoseandeviaje. No estoy para discutir, no tengo ánimo, él habría peleado por la puta espuma carísima hasta salirse con la suya o hasta haber acabado en el retén.
Subo al avión, es curioso, tengo fobia a los aviones, me cuesta una barbaridad hacerme a la idea cuando no tengo otro remedio que usarlos, pero en esta ocasión no lo he pensado, la angustia llega de sopetón a la boca del estómago cuando despegamos, amanece sobre castilla, pálida y rayada de surcos, como peinada por un gigantesco peine, unas montañas oscuras ¿qué montañas serán esas? y de repente, casi sin darme cuenta, el mar, nuestro mar, otra bocanada de angustia al aterrizar y ya he llegado.
Que diferencia, el aeropuerto de Alicante se me antoja bananero, es la primera vez que me fijo, si esta es la primera impresión que reciben los miiiiiles de turistas que vienen, vaya primera impresión.
Cojo otro taxi y le digo a "El Pilar de la Horadada"
Ese es su pueblo, justo la linde entre los reinos de Murcia y Valencia, fronterizo como él, lo detestaba, aborrecía la especulación salvaje, la maledicencia, y sobre todo le espantaba que le tuvieran miedo porque había estado en la cárcel. Nos cuesta encontrar el tanatorio, en eso es como Madrid, está todo en obras, ni siquiera cuando preguntamos nos saben decir si está o no cortado, al final opto por llegar andando, pago y lo encuentro enseguida. No es nada aparatoso, más bien parece el salón de una casa de pueblo, un atril con un libro de duelo, y un montón de mujeres, no ha venido ninguno de sus hermanos, y tiene seis, sus hermanas las dos, ni ninguno de sus sobrinos, sus sobrinas todas, así a primera vista. Han llevado su repugnancia machista hasta este extremo. Tampoco me sorprende.
Paquita se me abalanza hecha un mar de lágrimas, me besa, es como la Pepa pero mejor peinada y un poco mayor, ven, ven, que no nos oigan, hay por lo menos cien mujeres sentadas, hablando, no parecen muy consternadas.

- Me la ha hecho hasta la última
- ¿Cómo?
- Que me la ha hecho hasta el final - me dice en un aparte bajo un cuadro espantoso de una pietá en technicolor - Me han dao la autopsia.
- ¿Y?
- Se había tomado de todo, alcohol, pastillas y caballo.
- ¿Así te han dicho?
- Eso mismo, lo ha hecho a posta.
- ¿Que quieres decir?
- Pues eso, que se ha matao. Por eso no quiero que me oigan. Ven a verlo. Mira que guapo está.
La verdad es que guapo, lo que se dice guapo, no estuvo nunca, y hoy menos, le han puesto una cosa blanca con chirifús alrededor de la cara y parece una versión gore de la marededeueta, maquillado como una mona, eso le habría encantado, y serio como un ciprés, casi no le reconozco, es como una caricatura, le habría horrorizado verse así. Sus sobrinas le hacen fotos con el móvil, no quiero pensar que parece que se les escapa una sonrisa.
- Este es un amigo de mi hermano, ha venido de Madrid, tenían muy buena amistad.
Repite y repite, me sofoco, es demasiado.
- Oye ¿y ahora?
- Ahora es la misa, van a llevárselo ya.
- ¿Dónde es la iglesia?
- Aquí al lado
- Voy a que me dé el aire, estoy un poco mareado.
- Es que van a llevárselo ya.
- Bueno, pues ahora voy a la iglesia.



Salgo a la calle, no corre una brizna de aire, el sol cae a plomo sobre el pueblo en obras, sin saber exactamente por qué acabo en una floristería sin un propósito concreto, entro ante la indiferencia de la dependiente y ahí están, en un jarrón de cristal hay un ramo de rosas azules, las compro todas, es como un impulso, es la flor de lo imposible, y fue descubierta cuando investigaban el efecto de las drogas sobre el hígado, iba a comprar seis, que era su número, pero pares imposible, y una corona peor, le encantarían, aunque debería haber comprado seis que era su...¡Será cabrón! Ahora tiene sentido, el seis de Junio, el seis del seis, no ha sido un pasote, la muy hija de su madre se ha quitado de en medio el seis del seis. Me río, es difícil explicar el por qué, pero me da risa, es una mezcla de nervios, desesperación y sobre todo la, por fin, certeza de que era lo que él quería, que no ha sido un accidente ni una sobredosis, siempre tan melodramático, ha elegido el día, le reconozco. Y este reconocimiento difumina sus últimas patéticas imágenes. Se produce esa comunión mágica que siempre tuvimos. Vuelvo a llorar, esta vez, ya era hora, de dolor, de ese dolor egoista que producen las pérdidas, voy camino de la iglesia de el Pilar de la Horadada, con un montón de rosas azules llorando a moco tendido. Ya nunca volveremos a comernos las estrellas, ni divagaremos sobre la belleza de una nuca afeitada, habremos perdido para siempre la hiedra de ternura de nuestra mirada, no volverá a haber en nuestra boca vuelos de alondra ni cambiaremos perfumes del paraíso.....
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...A la entrada del cementerio una chica se acerca y me dice, ¿puedo coger una rosa de estas?
- Claro, y más si quieres.
- Nene - me dice Paquita - hay que ver cómo eres, te habrán costado un dineral.
- Paquita, él las habría repartido todas.
- Claro, él lo daba todo para que le quisieran, quería que le quisieran.


Por eso Pepa, porque te quiero.



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